
“Tras conocer la convocatoria para ingresar a la TV Serrana (TVS) asistí a las pruebas de rigor y, junto a otros seleccionados, subimos, por vez primera, a la sede de la institución, en San Pablo de Yao.
“Lo hicimos por convicción, motivados por una misma idea, necesitábamos conocernos, adaptarnos a la vida en las montañas, a sus lluvias constantes y, sobre todo, merecer la confianza de los campesinos.
“Luego regresamos a Bayamo para asistir a un curso técnico, impartido por un mexicano procedente de Guajaca, de apellido Caballero, enviado por la Unesco, al concluir esa etapa retornamos a la montaña.
“Alrededor de tres personas de esa zona se prepararon como productores, choferes y luminotécnicos, los especialistas principales procedían de La Habana, Holguín y de Bayamo.
“Consumíamos mucha literatura clásica, canciones de Silvio Rodríguez, realizábamos talleres, se hablaba del encuadre en televisión y en las tertulias nos acompañaban
realizadores procedentes de la capital del país: Daniel Diez, el director; Norberto Abréu, productor; Efrem Bravo, Urbano Gutiérrez, ya fallecido, un camarógrafo y un editor, quienes transmitían las ideas esenciales para el trabajo.
Con similar propósito llegaban artistas de renombre internacional a compartir sus experiencias en los talleres programados, todo fluía íntegramente.
“La capacitación fue una tarea extrema desde el primer momento, recuerdo que solo dos instituciones cubanas teníamos la misma tecnología televisiva: Video América, en La Habana, y la TV Serrana, entonces las más actualizadas.
“Tuve la suerte de instruirme en la primera de ellas, allí aprendí no solo la parte técnica, también la reparación de equipos, mientras otros recibían entrenamientos en Tele
Cristal, de Holguín, en la Escuela internacional de cine. “Siempre digo que la TVS nació derecha en el lugar más democrático del mundo, cualquiera presentaba un proyecto, lo debatíamos desde la idea hasta la puesta en pantalla,con la participación de arrieros, cocineros, personal de servicio…, de manera que la obra se moldeaba colectivamente, técnica promovida por Daniel Diez.
“Otro de los tantos logros de la televisora fue la creación de la Escuela cubana de documentales, con influencia en todo el país, de modo, que los audiovisuales de ese género, realizados en cualquier parte del territorio nacional, tenían la esencia, el sello y las raíces crecidas junto a Santiago Álvarez y Daniel Diez.
“No solo prestábamos importancia a la imagen, también a las bandas sonoras producidas por los técnicos, que salían a buscar sonido ambiente para colegiarlos, luego, en los cubículos de edición.
“Trabajábamos con amor y profesionalidad, visitábamos las locaciones para futuros audiovisuales, investigábamos, para lograr la excelencia en la obra televisiva, fue la gran escuela de la que todos aprendimos“