Hace poco más de 30 años, cuando el país vivía el primer lustro del llamado período especial, los combatientes cubanos pedían a la máxima dirección del Partido la creación de una organización donde pudieran nuclearse y, desde su seno, contribuir de manera más efectiva a la defensa del proceso social socialista.
En Bartolomé Masó, la comisión organizadora de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) fue encabezada por Alexis Peña Benítez:
“Hacía tres años que había regresado de Angola, después de 18 meses de misión internacionalista, donde tuve la oportunidad de aportarle experiencia y disciplina a mis tres lustros de vida laboral, con lo realizado como especialista de comunicaciones en el aeropuerto de Menongue.
“Ni la complejidad de mi tarea cifrando y decodificando mensajes del alto mando de la misión, ni la responsabilidad de mi rango como primer teniente, ni siquiera la dureza de la vida en campaña, lejos de la familia, se comparan con el dolor que se siente al perder a un hermano de la tierra, como lo fue el combatiente masoense Claudio Luis Rodríguez Hernández, apenas nueve días después de haber regresado de Cuba, al término de sus vacaciones.
“Ello me dio el aplomo necesario para dedicarme por entero a mis funciones y adquirir mayor compromiso con mi vida y la del resto de mis compañeros del Batallón de Defensa Antiaérea al que pertenecía allá, en Angola, una disposición que me acompaña siempre”.
Tras el regreso a la patria, Alexis se reincorpora a su anterior trabajo como contable de la dependencia interna del Gobierno, es ascendido luego al cargo de director, hasta que una mañana de 1993 le sorprenden con la nueva tarea de la Revolución.
“Desde el Partido me piden encabezar la comisión organizadora para crear una asociación que agruparía a los combatientes interesados en integrarla y de la cual, por mi condición de internacionalista y mis convicciones revolucionarias, ya era miembro activo.
“Lo hice con cierto grado de provisionalidad, pues nunca pensé pasar tanto tiempo en la Asociación y menos aún asumir su presidencia; pero, en la medida que iban pasando los años, iba interactuando con los combatientes y asumía nuevas tareas, me fui involucrando mucho más en ella.
“De mis primeros tiempos, recuerdo la ocasión en que tenía que rendir un informe a Aldo Santamaría y, era tanto mi nerviosismo, que me recomendaron tomarme una pastilla de diazepam; se confundieron y me dieron un nitrazepam, que es para el insomnio y me dio un sueño que luego no podía ver ni las letras del informe. Por fortuna, me despabilé y pude hacer una buena exposición”.
Alexis lleva 31 años trabajando para la ACRC en Bartolomé Masó, organización a la que ha entregado toda su experiencia y todo su amor.
“Es casi como ver crecer a un hijo, partimos de cero, prácticamente, y logramos nuclear a más mil 100 combatientes en 73 asociaciones de base.
“Tuve momentos muy complejos, de muchas tareas y misiones, pero también la satisfacción de conocer a grandes personalidades de la Revolución, como a Juan Almeida, Harry Villegas y Arnaldo Tamayo Méndez, entre otros”.
Durante estas tres décadas, el nacido en lo más intrincado de California, en plena Sierra Maestra, llegó a ser el presidente municipal con mayor permanencia en el cargo, entre sus semejantes de Granma, y el de resultados más estables en toda su trayectoria. También recibió las medallas por los aniversarios 50 y 60 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, además del sello correspondiente a los 30 años de la ACRC.
Según él, esos reconocimientos representan la eterna satisfacción de toda una vida al servicio de la Patria.