Algunos no les dieron demasiada importancia, pero lo cierto es que la subserie entre Granma y Matanzas, en el estadio Victoria de Girón, dejó tres hechos que pasaron a la historia para los Alazanes.

El más comentado de todos fue el doblete decisivo que pegó el lanzador Carlos Santana en el primer triunfo de los Caballos  9-4 ante los yumurinos.  En su primera vez al bate en series nacionales, el manzanillero conectó su decisivo biangular con las bases llenas, que impulsó dos carreras  en el onceno episodio (regla Schiller) y se convirtió en la comidilla del pasado martes, pues el equipo dirigido por Carlos Martí había perdido el designado a causa de numerosos cambios.

Santana, quien también se acreditó la victoria como relevista, pasó a la posteridad por contarse entre los pocos serpentineros de la era moderna que deciden un partido con el bate y sus lanzamientos.

Un día después, otro pitcher, Juan Danilo Pérez, fue noticia al perder su invicto en clásicos domésticos, en la derrota de Granma (4-5). La suerte, que lo había acompañado durante cinco campañas anteriores,  le dio la espalda. Él había  concretado nueve victorias sin derrotas, además de un salvamento, a pesar de números discretos en cinco torneos anteriores.

Para colmo, el jueves 3 de marzo, en el éxito de Granma 4-2, presenciamos otro acontecimiento:  en conteo de dos strikes y dos bolas, el novato Leonardo Alarcón pegó su primer hit en nuestros torneos, nada menos que con un toque de bola (buscaba sacrificarse) que pasó al inicialista Yadir Drake. Por cierto,  esa pelota no fue entregada al autor del incogible como se suele hacer en estos casos, como tampoco fue conservada la que Santana envió de roletazo al bosque izquierdo dos días atrás. Cosas que pasan.

Algunos han preguntado si también en esa jornada Guillermo Avilés fue expulsado por primera vez en nuestros campeonatos. Pero debemos decir que el árbitro principal no fue el primero en expulsar al inicialista granmense, pues ya lo había hecho –por cierto en un play off- el umpire Juan José Cuevas.

Sería imperdonable que dentro de unos años no recordáramos estos tres hechos que, quiérase o no,  tienen el sello de la curiosidad o la marca de la historia.