
En la conferencia inaugural del IV Taller Internacional de Ciberseguridad, el Dr.C. Raydel Montesino Perurena, Rector de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), abordó la formación en ciberseguridad y la necesidad de acortar la brecha entre la teoría y la práctica.
Destacó que la velocidad de los tiempos exige una capacidad de transferencia que no es exclusiva de la educación superior, señalando que la academia suele tener un enfoque más teórico, mientras que la empresa y la sociedad demandan una aproximación práctica y orientada a la acción. Reconoció que para la universidad siempre será un reto contar con esa voz, pero quiso enfocar su intervención específicamente en el papel de la sociedad.
Tras una exhaustiva consulta de programas indexados, identificó 748 programas de pregrado en seguridad, muchos de los cuales, aunque no están dedicados exclusivamente a esta área, sí incluyen un componente significativo.
Señaló en primer lugar el volumen, y luego la distribución geográfica: en América del Norte, más de la mitad de los programas (434) se concentran en Estados Unidos y Canadá, pioneros en incorporar la ciberseguridad al nivel de pregrado, inicialmente reservada al posgrado. Europa cuenta con 238 programas, y otras regiones apenas suman 19. Aunque aclaró que esta cifra no debe tomarse como única referencia —pues no refleja completamente la realidad de América Latina— sí evidencia que la seguridad ha ganado espacio en el pregrado, aunque con avances desiguales entre continentes, siendo América del Norte y Europa los más desarrollados en este aspecto.
En la cronología de la UCI, primero se implementó el Técnico Superior en Administración de Redes, luego la especialidad, y finalmente la carrera de Ingeniería en Ciberseguridad, que este año comenzó a impartirse también en la Universidad de Camagüey, respondiendo a la demanda nacional.
La brecha formativa: Entre lo académico y las demandas de la Industria
Al referirse al enfoque académico, el Dr.C. Montesino señaló que, para diseñar programas de formación en seguridad a nivel estudiantil, existe una referencia obligada: las recomendaciones curriculares de la ACM, actualizadas en 2020 para las ciencias de la computación. Estas confirman que la ciberseguridad constituye un área de conocimiento dentro del pregrado, junto a carreras como Ingeniería de Computación y Ciencias de la Computación. El documento divide el conocimiento en ocho unidades temáticas con tópicos específicos, y constituye una excelente guía. En Europa, se utiliza el marco del Reino Unido, que contempla 21 áreas de conocimiento y ha contado con la participación de 115 expertos.
No obstante, planteó si estos documentos académicos son suficientes y si responden realmente a las exigencias del sector productivo. Concluyó que existe una brecha permanente, ya que el mundo empresarial se mueve a una velocidad distinta a la académica, y el reto consiste en evitar que esa distancia se amplíe.
La primera brecha es cuantitativa: según un estudio riguroso, faltan más de 4.7 millones de profesionales de ciberseguridad en el mundo, de los cuales 328,000 se requieren en América Latina, y esta cifra crece cada año. En Cuba, la demanda es amplia y representa un riesgo significativo.
La brecha cualitativa, según el mismo estudio de la compañía ISS2 basado en encuestas a empleadores, revela que las habilidades más valoradas en los profesionales son las blandas: resolución de problemas, trabajo en equipo y disposición para aprender, incluso por encima de las competencias técnicas. Además, los empleadores priorizan la experiencia, seguidas por las certificaciones profesionales y, en último lugar, el título universitario, aunque este sigue siendo relevante para cargos directivos.
Estrategias para acortar la distancia y prepararse para el futuro
Para reducir la brecha, se propone la actualización continua de los planes de estudio, la incorporación de certificaciones como parte de la formación, el uso de entornos controlados de entrenamiento (Cyber Range), la participación en concursos tipo Capture the Flag y las prácticas laborales. Iniciativas como la National Initiative for Cybersecurity Education (NICE) en Estados Unidos y el marco europeo de habilidades detallan conocimientos y competencias para roles específicos en ciberseguridad —como especialista en inteligencia de ciberamenazas o arquitecto de ciberseguridad— y deben considerarse referencias obligadas.
Certificaciones como Security+ y CISSP son altamente valoradas en la industria, por lo que resulta esencial incluir elementos de estas en la formación universitaria. Los laboratorios virtuales, las simulaciones y la alianza academia-industria son fundamentales, concretándose en docentes provenientes del sector productivo, prácticas laborales y proyectos de innovación.
En la UCI, existen alianzas nacionales e internacionales que contribuyen a cerrar esta brecha. La conclusión es clara: la brecha existe y se debe trabajar para que no se amplíe, aunque no será posible eliminarla por completo.
Atinta es la unión de mis dos pasiones: El arte y la tecnología
Yasely Ramírez, presidenta y fundadora de Atinta SRL, define a su empresa como la materialización de sus dos grandes pasiones: el arte y la tecnología.
Graduada de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCYC), Ramírez traslada ahora su arraigado vínculo con el ámbito científico –del que formó parte por muchos años– al plano empresarial. “Antes participaba en la ciencia desde la perspectiva de una profesional; hoy lo hago como empresaria, aportando como patrocinadora”, explicó durante su participación en el evento UCIENCIA 2025.
La directiva detalló que el quehacer de Atinta SRL es doble. Por un lado, se especializa en el desarrollo de software. Por el otro, gestiona una línea completa de diseño y producción, abarcando desde toda la línea de merchandising (pullovers y regalos) hasta la producción de cartelería de gran formato, como la lona que actualmente se exhibe en la sede de UCIENCIA.
Sobre la importancia de estar presentes en este foro, Ramírez lo calificó como “una experiencia bastante grande”. Destacó la mutualidad del beneficio: “Primero, poder aportarles a ellos, y segundo, que las conferencias y demás nos aporten a nosotros desde la perspectiva tecnológica”.
La colaboración de Atinta con UCIENCIA se concretó en el suministro integral de todo el merchandising y la cartelería utilizados en el evento. “Fue un aporte de Atinta para UCIENCIA”, afirmó.
Este apoyo, sin embargo, ha sido recíproco. La empresaria reconoció el valor formativo recibido: “Los talleres que se han impartido, fundamentalmente los de inteligencia artificial, han ayudado a que tengamos una visión más amplia de cómo se mueve esta tecnología no solo en Cuba, sino a nivel mundial”.
Este conocimiento, aseguró, influye directamente en su trabajo diario para el desarrollo tecnológico de la empresa. Agregó que también han sido provechosas otras conferencias, como las dedicadas a las licencias de software y a la interactividad de los servicios en Cuba.
“Esto nos favorece y nos amplía la visión sobre cómo las empresas particulares actualmente se pueden sumar, obteniendo datos que quizás teníamos la visión de que solamente funcionaban para las empresas estatales”.
El balance de su participación no pudo ser más positivo en términos de negocios. Ramírez confirmó que el evento ha sido un terreno fértil para tejer alianzas estratégicas. “Sí, han surgido distintas alianzas. Hemos firmado ya dos contratos aquí en el marco del evento”, concluyó, subrayando que este espacio es ideal para compartir y, sobre todo, para hacer negocios.