Fue un golpe durísimo, un swing que nos noqueó a muchos hace seis días: Juan Carlos Delís Cause, el gran boxeador santiaguero-granmense, decía adiós para siempre.

Su corazón dejó de latir en el Cardiocentro de Santiago de Cuba, después de haber estado hospitalizado durante varias jornadas en el Hospital provincial Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

Todavía nos parece verlo sobre el ring en aquellas recordadas peleas contra Félix Savón (nueve en total), a quien derrotó por KO en dos ocasiones, una de estas de manera fulminante, en enero de 1997.

Aun nos parece verlo con su sonrisa bonachona mientras caminaba por las calles de Bayamo, la ciudad que lo acogió desde 1994, al casarse con Gisela Rosales. Aquí se había dedicado a enseñar el difícil deporte entre las cuerdas.

Iba a cumplir 57 años, el próximo 3 de septiembre, y nunca anduvo pregonando que fue titular de los Juegos Escolares, o subcampeón mundial juvenil; tampoco que ganó 204 combates con apenas 60 derrotas.

No se jactaba de haber estado ocho años en la preselección nacional, ni de haber representado al país en Italia, España, Turquía, Rumania, Bulgaria, Argelia, la antigua Yugoslavia, Nigeria, Alemania y otras naciones.

Siempre hablaba con orgullo de sus primeros entrenadores, Manén Kelly y Juan Quimera, quienes lo iniciaron en el boxeo en  el gimnasio de la calle Trocha, en Santiago de Cuba. También de la acogida que le dio en la Academia provincial de Granma su profesor Leonardo Chirino.

Sencillo, presto al saludo, amante de compartir tragos entre amigos, le decían “El que tumbó a Savón”,  pero él prefería que lo llamaran Cause, que muchos pensaban era su primer apellido. Incluso, se dolía del  famoso nocao que le propinó al gran campeón de los 91 kilogramos, porque entonces lo dejó inconsciente y al observar cómo lo trasladaban al hospital se preocupó muchísimo.

Eterno agradecido con Granma, Juan Carlos Delís Cause merece un puesto glorioso en la historia de nuestro deporte, más allá de su último combate.