
Cuando en alguna ocasión alguien menciona la frase hombre orquesta, inmediatamente se dibuja en mi mente la figura de Paulino Pérez Espinosa, un guisero al que las circunstancias de la vida lo han llevado por varios caminos en los que ha demostrado-literalmente- que lo mismo raya el güiro que toca el piano.
Para apoyar la afirmación anterior es necesario adentrarse en su historia laboral, la cual comenzó como maestro a los 17 años en Santiago de Cuba. Encontrándose en la Ciudad Héroe a los 18 años, es llamado a cumplir con el servicio militar en la sede del Ministerio del Interior de la referida urbe.
En ese tiempo aprueba los exámenes de ingreso para cursar la carrera de Derecho en la Universidad de Oriente, graduándose en 1980, cuatro años después de iniciado su romance con las leyes.
Su quehacer laboral inicia como asesor jurídico en la Empresa de Productos Lácteos de Granma, rol desde el cual aprendió mucho del ámbito empresarial, ganándose -además- el respeto y la admiración de sus compañeros, a tal punto, que fue promovido a subdirector comercial de la empresa y, en 1992, a director de la misma.
Según cuenta era una entidad compleja, con altos volúmenes de producciones importantes para el país, como helado, leche condensada, evaporada, chocoleche y otros derivados lácteos.
Luego de su desempeño como directivo asume en 1997 la vicepresidencia de la Asamblea Municipal del Poder Popular (AMPP) de Bayamo, y en mayo del 2001, se convierte en el presidente de la AMPP de la capital provincial, cargo que ostentó hasta diciembre del 2002.
Concluidas sus funciones gubernamentales, vuelve al ámbito jurídico y comienza a laborar en la Dirección provincial de Justicia al frente del departamento de Consultoría, permaneciendo en esta responsabilidad hasta finales del 2010, momento en el cual es nombrado director municipal de justicia, cargo que ha desempeñado hasta estos días, en los que la jubilación asoma a su puerta.
En toda su vida ha cosechado éxitos que la hacen memorable y digna: “Mi quehacer laboral ha sido intenso, pues he transitado por varias funciones y cargos, de los cuales he aprendido mucho y me siento sinceramente orgulloso”.
Pérez Espinosa también habla con gran satisfacción de su maestría en dirección y su especialidad en asuntos jurídicos, administrativos y medioambientales. A ello une la gran felicidad que le produce desempeñarse como profesor de la Universidad de Granma (UDG), institución en la que ha impartido derecho ambiental, seguridad y defensa, derecho económico, derecho de contratos, propiedad industrial y derecho marítimo.
En la conversación refirió que de sus respectivas responsabilidades, aprendió la importancia de la autopreparación para desempeñarlas eficientemente.
Asimismo, confesó que del derecho lo que más lo atrae es el asesoramiento jurídico, y que fuera del ámbito de las leyes su gran pasión es el magisterio, que gracias a los insospechados rumbos que toma el destino, ha logrado concretar ese sueño en la Universidad de Granma.
De su relación con la población también ha sacado grandes aprendizajes: “Debemos tener presente que somos funcionarios públicos, y que nuestra razón de ser es responderle al pueblo con prontitud, trato afable y sencillez. Los problemas debemos dejarlos en la casa para atender a los usuarios como se merecen”.
En las postrimerías del diálogo resaltó su alegría por recibir la condición de Hijo Adoptivo de Bayamo, y la distinción Enrique Hart Dávalos, entregada a destacados trabajadores del Sindicato Nacional de la Administración Pública.
No obstante, más allá de los méritos y reconocimientos que hacen loable su labor profesional, quisiera que lo recordaran -simplemente- como alguien que se entregó por completo a su trabajo.