
Entre juguetes esparcidos por el suelo y una mesita de estudio de madera, camina Orlando Carrazana Tabares en el apartamento que comparte con su familia.
Es un señor de 64 años que se ha dedicado al cuidado de su nieta, la pequeña Ashly, luego del repentino fallecimiento de su hija hace seis años .
“La vida me cambió por completo, perderla es lo más terrible que me ha pasado y aunque la gente me diga que debo superarlo es un dolor que nunca se va.
“Pero mi nieta es mi tesoro, lo mejor que la vida me ha dejado, tengo resistencia porque me queda ella”, confesó Orlando Carrazana con ojos llorosos.
Debido a las complicaciones del parto, Ashly padece una Parálisis Cerebral Infantil (PCI), trastorno congénito del movimiento que afecta la coordinación muscular y la postura.
“Renuncié a mi antiguo empleo. Fui chofer todo mi vida y me vi en la necesidad de dejarlo para ayudar a mi esposa mientras el papá de la niña trabaja. Ahora soy custodio, hago guardias cada dos días solo en las noches”.
“Mi nieta, debido a su condición, necesita cuidados especiales y vigilancia todo el tiempo, no puede valerse por sí sola, es responsabilidad nuestra ayudarla”, aseguró Carrazana Tabares.
Cada tres meses la familia se traslada hacia La Habana para el tratamiento médico de la pequeña.
“Imagínese usted el gasto que constituye esos viajes en los tiempos en que estamos, pero hacemos el sacrificio, tenemos que mantenernos firmes por ella, es el retoño que nos queda de nuestra hija”.
“La operamos cuando tenía tres años, seis operaciones en total para mejorar su capacidad motora, puede caminar gracias a eso y a la hora que le dedica su papá todos los días a sus ejercicios de rehabilitación”.
“Deseamos que lleva una vida lo más normal posible y trabajamos para ello todos los días”, dice al tiempo que con una sonrisa amplia va tras Ashly para asistirla mientras con pasos tambaleantes gesticula y le pide que la lleve al cuarto a por más juguetes.
“Dice que quiere ser doctora, igual que su mamá”, confiesa Orlando mientras sienta a Ashly en sus pierna y la nena le da un beso en las mejillas.
“Nadie debe pasar por la terrible situación de perder a una hija, pero de ser así se necesita la voluntad para seguir adelante y más si, como en mi caso, se necesita ayudar en la crianza de un infante”.
“Tengo que ser fuerte por mi nieta, ella es un pedacito de mi corazón”.