
El 6 de febrero de 1932, en la barriada habanera de Lawton, vino al mundo un niño que, con el paso del tiempo, se convertiría en un personaje de leyenda y en un ser muy querido y amado por todos los cubanos.
Desde pequeño Camilo Cienfuegos Gorriarán se destacaba por identificarse con la justicia, pues defendía a los más chicos de las travesuras de los mayores.
En 1954 se vincula a la lucha contra la dictadura de Batista y es fichado por los órganos represivos, por lo que estuvo obligado a abandonar el país y viajar a los Estados Unidos buscando mejores oportunidades económicas y protección para su vida.
Posteriormente, fue detenido y deportado a Cuba, incorporándose a las luchas estudiantiles. Preso, torturado y fichado por los sicarios del régimen, tuvo que retomar el camino del destierro en Nueva York, uniéndose a la oposición revolucionaria en el exilio.
En tierras norteñas supo del proyecto que encabezaba Fidel Castro, encaminado a organizar una expedición armada en México con el propósito de desembarcar en Cuba y emprender la lucha armada contra Batista.
Aquella empresa encajaba con sus ideales y, tras ser expulsado por las autoridades migratorias estadounidenses luego de vencerse su permiso de residencia, marchó hacia México, nación donde llegó el 19 de septiembre de 1956.
Al no ser enviado por ninguna célula del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) le resultó difícil ser aceptado, pero al final logró su objetivo e hizo realidad el sueño de convertirse en expedicionario del yate Granma.
Al desembarcar en la mayor de las Antillas, y tras la dispersión de Alegría de Pío y posterior reencuentro de los sobrevivientes en Cinco Palmas, fue de los primeros integrantes del naciente Ejército Rebelde, el cual se convertiría en el brazo armado del M-26-7.
Sus dotes de estratega militar, unido a su valentía y capacidad de mando, lo convirtieron en uno de los primeros jefes rebeldes, en quien Fidel tenía una gran confianza, por eso le encomendó varias misiones en los llanos del Cauto.
Gracias a los méritos obtenidos alcanzó el grado de Comandante y le fue asignada la Columna 2 Antonio Maceo, para extender la guerra al occidente del país y consumar el triunfo revolucionario.
Al proclamarse la victoria rebelde y la huida de Batista, el Comandante en Jefe orienta a Camilo marchar rápidamente hacia La Habana y tomar la máxima fortaleza de la tiranía: el Campamento de Columbia; misión que cumplió el 2 de enero de 1959.
Al día siguiente, el ídolo de Birán, lo designó por la orden militar No 1, como jefe de todas las fuerzas de tierra, mar y aire radicadas en la provincia de La Habana.
El 20 de enero, instaurado el gobierno revolucionario en el poder, fue designado jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Desde su puesto desempeñó importantes tareas militares mientras reestructuraba las nuevas fuerzas armadas del país.
Lamentablemente el 28 de octubre de 1959, desapareció en un avión cuando viajaba de Camagüey a la Habana. Todo el pueblo buscó incansablemente al Héroe, ese que con su sonrisa genuina había conquistado millones de corazones.
Pocos aceptaron su desaparición y se negaron a aceptar el vacío irremediable que dejó el hombre del sombrero alón, pues toda Cuba lo creía inmortal, como un personaje de leyenda, a lo cual contribuyeron muchas de sus hazañas e historias, por eso no resulta extraño que Vilma Espín refiriera: “Camilo es una figura legendaria, es la idea que yo tengo de Camilo, hasta de su mismo nombre nada común, lleno de fuerza y de poesía al mismo tiempo. Si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda, le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos”.