
El sol golpea con fuerza sobre la inmensa extensión de tierra donde se alza el futuro energético de Granma. Entre el polvo y el metal reluciente de los paneles solares, una mujer avanza con paso firme. No lleva escritorio ni papeles en la mano. Lleva sombrero de yarey, botas y, si es necesario, una pala. Su nombre es Elizabeth Agromayor Estrada, y bajo su liderazgo, 30 hombres ayudan a levantar con esfuerzo y disciplina el Parque Solar Fotovoltaico La Sabana.
Treinta y dos años de experiencia en la Empresa de Construcción y Montaje de Granma la respaldan. Su equipo ya ha colocado las estructuras y paneles solares que darán energía limpia a la provincia. Ahora están en la fase final: movimiento de tierra, tapado de zanjas, el último esfuerzo antes de ver la obra terminada. Y ahí está ella, en el centro de todo, dando indicaciones, observando cada detalle, asegurándose de que la calidad no falte.
“Estoy siempre junto a ellos, no los dejo ni un minuto. Compartimos las tareas para realizarlas lo mejor posible, con calidad”, dice con orgullo mientras revisa el trabajo del día. No es una jefa que solo ordena, es una líder que trabaja a la par de su equipo.
LIDERAR ENTRE HOMBRES
Dirigir 30 hombres no es fácil. Cada uno con su carácter, su manera de hacer las cosas. Pero Elizabeth ha encontrado la clave en el respeto, la disciplina y, sobre todo, el ejemplo. Ella no teme ensuciarse las manos. Si hay que cavar una zanja, lo hace. Si hay que mover materiales, ahí está.
“No hay tarea imposible si se trabaja con esfuerzo y determinación”, afirma, con la seguridad de quien ha superado más de un obstáculo.
No todo ha sido sencillo. Ha enfrentado dudas, cuestionamientos, miradas que parecían decir: ¿podrá hacerlo? Pero su respuesta siempre ha sido el trabajo. “En ocasiones he enfrentado obstáculos por ser mujer, pero al hacerme respetar y validar mis conocimientos con el estudio, he podido salir adelante y defender mis ideales”, dice sin titubeos.
EL MOTOR DE SU VIDA
Más allá del sombrero de yarey y las botas de trabajo, Elizabeth es madre y esposa. Al final del día, deja el polvo del camino para llegar a su hogar, donde su familia la espera. Son su sostén, su motor impulsor, quienes le dan la fuerza para enfrentar cada jornada.
“Si no fuera por ellos, no podría cumplir con esta misión. Ellos saben que es una tarea vital. Cuando llego a casa, todo está organizado”, dice con gratitud.
Su historia es la de muchas mujeres que desafían roles tradicionales, que con esfuerzo y dedicación demuestran que no hay terreno exclusivo para los hombres.
En la historia cubana, las Marianas representan a esas mujeres que han estado en la primera línea de la lucha y el trabajo. Elizabeth Mayor Estrada es una Mariana del siglo XXI. No lleva fusil ni uniforme, pero su batalla es por el futuro energético de su tierra.
Con orgullo, mira el avance de la obra. Pronto, estos paneles solares atraparán la luz del sol y la convertirán en energía para miles de personas. Y ella habrá sido parte de ello.
“Para Elizabeth, no hay límites para las mujeres. No existe tarea imposible para ellas”.