
Acudieron a un llamado solidario para aliviar el dolor ajeno. Dejando a un lado el descanso que propician los meses de verano, porque aprender y servir son para ellos -aún con la juventud a flor de piel- palabras sagradas para un futuro que anhelan lleno de profesionalidad y utilidad.
Un total de 42 estudiantes de la carrera de Enfermería, han donado sus vacaciones para apoyar este servicio en el Hospital provincial Carlos Manuel de Céspedes (30) y en el Hospital infantil General Luis Ángel Milanés Tamayo (12), demostrando que se les ha impregnado en el corazón el humanismo y el altruismo, que deben caracterizar a quienes contribuyen a la sanación de los demás.
Por tal motivo, La Demajagua concurrió a la institución sanitaria que ostenta el nombre del Padre de la Patria, para conocer el quehacer de estos noveles que no vacilaron ante el sacrificio que demandaba su asistencia y trabajo en esas instalaciones médicas, movidos por la máxima martiana: “El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”.
En las salas de Ginecobstetricia del mencionado hospital, hay un ambiente juvenil que contagia a todos, realidad que confirma la licenciada en Enfermería Yanitsa Tamayo Barrero, jefa de puerperio fisiológico: “Los estudiantes han permanecido varios días junto a nosotras y durante ese tiempo rotaron por el cuerpo de guardia, puerperio fisiológico (parto normal), patológico (cesárea), perinatal (que afecta o concierne al bebé en el período inmediatamente anterior o posterior a su nacimiento), terapia de la maternidad, sala de gestantes y asistieron a pacientes con padecimientos en sus órganos sexuales.
“A pesar de su poca experiencia, tuvieron casi las mismas responsabilidades que nosotras, pues se desempeñaron en turnos de 12 horas, que podían hacer en horario diurno o nocturno, trabajando junto con las jefas de sala y las enfermeras.
“A mí me correspondieron cuatro jóvenes muy preparadas y aguerridas, fueron ubicadas en la atención a las madres y ejecutaron muy bien la tarea. Les enseñamos todo lo que pudimos, para que adquirieran sólidos conocimientos sobre Enfermería y les explicamos cómo era el trabajo aquí y las complejidades que entraña.
“Solicitamos a estos estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas de Bayamo, porque teníamos déficit de personal y necesitábamos ayuda, además hubo un alza considerable de enfermos, por lo cual demandábamos este apoyo oportuno, que en otras ocasiones también hemos pedido.
“Lo significativo de este hecho es que dieron el paso al frente y donaron parte de sus vacaciones, de forma voluntaria”.
TRABAJO DIRECTO CON LA PACIENTE
Sobre su quehacer en el Cuerpo de guardia de Ginecobstetricia y las labores que allí se realizan, nos habló la licenciada en Enfermería Bárbara Garrido Martínez, jefa del referido servicio:
“En el Cuerpo de guardia recepcionamos a las pacientes que llegan con diferentes patologías, ya sean las embarazadas, las puérperas (mujer que hace muy poco ha parido) y las ginecológicas, las cuales vienen con otras enfermedades y afectaciones en sus órganos genitales.
“El ingreso se produce después de una evaluación por parte del médico de la persona aquejada, la que se clasifica e ingresa, teniendo en cuenta su estado de salud.
“Me sentí satisfecha con su trabajo en el Cuerpo de guardia, porque es difícil atender a un grupo numeroso de personas que vienen diariamente. Ellos aprendieron cómo se recepciona la paciente e incorporaron el conocimiento relacionado con la primera atención. Se nutrieron de nuestra experiencia y nosotros de su juventud y frescura”.
La licenciada Yanelis Báez Batista, profesora de Enfermería, refiere que desde que llegaron a la institución médica han sido asesorados por ella y resalta: “La experiencia ha sido buena, pues una vez que se integran al servicio de Ginecobstetricia, llevan a la práctica lo aprendido en la teoría, pero hay estudiantes que todavía no han recibido el conocimiento correspondiente, mas, con nuestra ayuda, asesoramiento y explicación, han asimilado y lo han hecho muy bien.
“Entre otras labores, midieron los signos vitales, efectuaron eficientemente el manejo de las encamadas, la alimentación por vía oral y otras responsabilidades propias de la profesión.
“Aunque no quisimos limitar sus ansias de saber y aprender, tuvimos en cuenta el año que cursan y el estado de salud de las enfermas. Por supuesto, a un estudiante de primero no le exigíamos técnicamente lo que hacemos con uno de años superiores, ni podíamos ponerle una paciente con una enfermedad complicada.
“Los estudiantes son Técnicos-Superior de ciclo corto y licenciados en Enfermería, quienes manifestaron que deseaban permanecer por más tiempo, pero el retorno a las aulas es inevitable.
“Nos han aportado su alegría, entusiasmo y dinamismo, y nosotros, desde la experiencia, les enseñamos a procurar el bien de la aquejada, además de cumplir con nuestras reglas de oro, que se corresponden con un buen proceder.
LA VOZ DE LOS PROTAGONISTAS
Suremis Rosales Zamora, estudiante de segundo año de la licenciatura en Enfermería, el llamado, al que acudieron presurosos, les sirvió, principalmente, para adquirir conocimientos, pues no habían rotado por Ginecobstetricia.
“Esa oportunidad despertó en nosotros la curiosidad y el interés, primordialmente en todo lo relacionado al Cuerpo de guardia, que fue donde me correspondió la rotación.
“Al principio, me sentí nerviosa, porque es algo nuevo y una rama médica que no hemos recibido aún en el plan de estudio, pero, afortunadamente, aprendimos mucho en estos días. Fue una experiencia bonita ver todos los síntomas fisiológicos que provoca en una mujer la cercanía del alumbramiento, y asimilar cómo asistirlas, gracias a las instrucciones de las enfermeras que estaban a nuestro cargo.
“Nos vamos contentos, puesto que nos llevamos múltiples enseñanzas. Y nos queda el sabor agradable de haber sido útiles, aun cuando nuestros conocimientos no son bastos, pero nuestra voluntad es mayor, y eso a veces es lo que cuenta”.
Lizandra Espinosa Guerra, quien cursa el Técnico-Nivel Superior de Enfermería, catalogó como agradable la experiencia, porque compartieron con las enfermeras y pacientes, lo cual los ha preparado, sin dudas, como futuros profesionales.
Manuel Fernández Rodríguez, estudiante de segundo año de la licenciatura en Enfermería, demuestra que aunque no son muchos, ya va siendo algo común ver hombres en un trabajo en el que prevalecen las mujeres: “Yo acepté la convocatoria porque la vi como una oportunidad de apoyar y ser solidario. En estos días me he sentido súper bien, ha sido una experiencia maravillosa.
“Al inicio éramos presa del temor de enfrentarnos a algo desconocido, pero gracias a la práctica perfeccionamos nuestro método científico de Enfermería”.

Aun cuando oficialmente terminó su aporte voluntario, Marisnelsis García Flores, estudiante de segundo año de licenciatura en Enfermería, no ha podido desprenderse de las personas que asiste, porque ha creado un vínculo estrecho con ellos, y todavía permanece ayudando en esas salas.
Como los demás, en sus primeros intentos de sanar, la invadió el nerviosismo y la inseguridad, pero fue ganando confianza y comenzó a hacer muchos procederes de manera individual, lo que ha incrementado su amor por su desempeño futuro.
Repasando la vivido en estos días asegura: “Nos hemos sentido como en familia, ya que trabajamos en equipo y fuimos bien acogidos. Perfeccioné lo que sabía y me ejercité en técnicas y procederes que no conocía, este período ha sido provechoso”, recalcó.
A muchos les duele tener que dejar las salas, pero un nuevo curso los llama a las aulas, y es inevitable que acudan.
Sin embargo, regresarán a su recinto escolar con la alegría del deber cumplido y con la seguridad de que su labor, como todo acto impulsado por el amor y el humanismo, también dejó huellas, y así lo expusieron la bayamesa Lisbet Pozo Espinoza y la riocautense Yaima Rosabal Moreno, quienes no encontraban las palabras adecuadas para describir su agradecimiento.
En los rostros de estas madres y la paz que experimentan sus lactantes, se vislumbra el buen quehacer de estos jóvenes.
Les inflama el orgullo de haber cumplido con la misión encomendada, y realizarlo de la mejor manera, aun cuando a sus manos lozanas deben seguirlas curtiendo la experiencia que deviene de la práctica constante, maestra inseparable de la teoría que en las aulas enriquece sus mentes.