Varias generaciones de amor al magisterio (+ fotos)

LA FAMILIA MONTERO, CON 37 MIEMBROS DE VARIAS GENERACIONES VINCULADOS AL MAGISTERIO, RECIBIÓ EL PREMIO FAMILIA EDUCADORA QUE CONFIERE LA ASOCIACIÓN DE PEDAGOGOS DE CUBA
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Por Milena Céspedes | 9 diciembre, 2022 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

La pasión por el magisterio ha marcado, durante varias generaciones, a la familia bayamesa Montero, desde que la joven Amelia, una de las doce mujeres que entonaron por vez primera las notas del Himno Nacional, se dedicara a dar clases de canto a finales del siglo XIX.

Cuentan sus descendientes, en su mayoría maestros que permanecen activos, que su hijo Daniel fue el núcleo de una cadena familiar, con el que  se comenzó a transmitir el fuerte legado de asumir la enseñanza como vocación y pasión por educar.

LUCY, LA HIJA ORGULLOSA DEL MAESTRO VÍCTOR MONTERO

“Más allá de aprender el oficio y seguir la tradición familiar, los Montero siempre portaron la consagración a esta labor, el respeto y la honestidad con la que ejercieron esas carreras profesorales”, confiesa Lucy Montero de Sousa, hija de Evo Eón (Víctor) Montero, uno de los integrantes de esa familia que más prestigiaron ese legado.

Lucy Montero de Sousa/ FOTO Rafael Martínez Arias

“Yo digo que fue una transmisión genética que ocurrió de mi bisabuela paterna Amelia Montero, la abuela de mi padre, una mujer adelantada a su tiempo; su hijo Daniel fue maestro, procurador público y sus hijos, mi padre y mis tíos, e incluso algunos de sus nietos, también se hicieron maestros.

“Yo soy arquitecta, no tuve una formación pedagógica pero sí participé en la Universalización de la Educación Superior como profesora y el ejemplo de mi papá me sirvió de mucho para desempeñar la tarea.

“Mi papá fue mi mejor ejemplo, una historia muy linda, de mucho sacrificio y consagración; aun siendo pobre y negro, él se convirtió en profesor de Español- Literatura, de Inglés, locutor, estudioso martiano y del jazz.

“Siempre sintió pasión por enseñar, no mediaba el afán de lucro, sino tratar de lograr que sus alumnos aprendieran y fueran aún mejores que él. Por su labor como maestro por más de 70 años mereció el Premio Nacional de Pedagogía y también la condición Educador Destacado del Siglo XX”.

PASIÓN POR EL MAGISTERIO DESDE LA CUNA

Esmerio Montero Silveira, Doctor en Ciencias Pedagógicas, Decano de la Facultad de Ciencias Técnicas de la Universidad de Granma, es también uno de los descendientes de Amelia.

“Fui monitor desde la primaria y luego en el preuniversitario formé parte del destacamento pedagógico Conrado Benítez; éramos estudiantes que impartíamos clases por el déficit de maestros en esa época, de ahí formé parte del destacamento Manuel Ascunce y me incorporé a la Licenciatura en Educación en Biología.

Esmerio Montero Silveira/ FOTO Rafael Martínez Arias

“Más tarde, fui seleccionado para ingresar a Brigada Che Guevara que cumplió misión internacionalista en Angola como maestro, aún siendo estudiante. Una vez graduado integré el claustro del Instituto Superior Pedagógico de Manzanillo y ocupé varios cargos hasta ser vicerrector del centro.

“Desde que tengo memoria escuchaba historias de mi bisabuela Amelia Montero, mi abuelo paterno Daniel, quien inculcó todo ese modelo de maestro a sus hijos y parece que esa herencia influyó en mí, en mis hijos y los de mi hermano, todos con funciones educativas.

“Vivo orgulloso de pertenecer a la familia Montero, con una  trayectoria de 37 maestros, que viene desde el siglo XIX y es algo que nos ha marcado a todos y nos hace siempre desear ser mejores en la profesión”.

“Y ME HICE MAESTRO”

“Y me hice maestro, que es hacerme creador, como dijera nuestro apóstol José Martí”, dijo en una entrevista el maestro Víctor Montero, ya fallecido, ícono de la Pedagogía en Cuba, quien siempre manifestó su orgullo por ejercer tan humana profesión.

Víctor fue uno de los ocho hermanos, hijos del procurador Daniel y nietos de Amelia que fundaron la academia Luz en Bayamo, en la calle Máximo Gómez, muy cerca de donde se erige el Monumento a las Madres, destinada a la enseñanza del idioma inglés, del cual eran conocedores como parte de su formación familiar.

La consagración de los Montero al magisterio los hace merecedores este año del Premio Nacional Familia Educadora 2022, distinción de la Asociación de Pedagogos de Cuba que reconoce su contribución y dedicación a la labor educativa por varias generaciones. El lauro es uno de las tres que se entregan este año en Cuba a familias de pedagogos.

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