Un viaje que valió un susto (+ audio)

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Por Geidis Arias Peña | 18 abril, 2020 |
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Ragnar junto a su mamá Mailen y su hermana Sofía FOTO/ Rafael Martínez Arias

Ese periplo de Estados Unidos a Cuba, específicamente a Bayamo, lo soñó, de seguro, “miles de veces”, de acuerdo con la firmeza que aún después del gran susto, tiene el tono de Mailen Llanos Ross.

“Hacía tres años no veía a mi familia, ya había sacado el pasaje; y decidí arriesgarme”, cuenta Llanos Ross, madre de Ragnar Francisco Mosqueda Llanos, de cuatro años de edad, diagnosticado con la Covid-19.

“Llegamos domingo (19 de marzo) y el viernes (24 de marzo) nos ingresaron”, precisa al rememorar la historia del viaje que la llevó a ella, al pequeño y su hija de apenas cinco meses a  19 días en el hospital militar Joaquín Castillo Duany, de Santiago de Cuba.

“Arribamos a Holguín procedente de Estados Unidos a las 12:40 pm y luego llegué a la casa como a las 3:00 pm.

“El niño me hizo una fiebre de 38 (grados celcius) al amanecer lunes a las 4:00 am. Enseguida me lo sobaron, pensábamos que era una maleza de estómago lo que tenía porque no hizo más fiebre.

“Pero el niño se ponía a jugar con agua y yo le sentía un catarrito y como está la situación, dije bueno voy a llevarlo al consultorio por miedo a que me le fuera a dar una bronquitis.

“Cuando llegamos al consultorio a las 10:00 am nos remitieron para el policlínico y por la noche nos mandaron como a las 7:00 pm para Santiago de Cuba. Me mandaron a buscar a la niña también, pues los tres viajamos juntos.

“Estaba con los dos en el hospital y a las 48 horas de estar ingresada como caso sospechoso nos hicieron pruebas. El varón dio positivo.

“Ingresaron a todo el mundo en mi casa (en un centro de aislamiento en Bayamo). Todos dieron negativo.

“En ese momento tuve que escoger entre uno de los dos, decidí irme con el que me necesitaba. Me fui para la sala con el niño. La niña se quedó en otra sala con una enfermera permanente.

“Después que subes a la sala de los positivos no puedes salir de ahí a nada.

“La niña se quedó con las enfermeras y el niño y yo fuimos para la sala de los casos positivos.

“El epidemiólogo que nos hizo el ingreso me informaba sobre ella. La jefa de la sala, yo no tengo forma de agradecerle a Graciela López. Ella me llamaba, me mandaba fotos de la bebé. Todas las enfermeras me llamaban y me decían que no me preocupara que estaba bien atendida. El director del hospital también un hombre maravilloso, me decía que no me preocupara que estaba en buenas manos.

“El niño se mantuvo asintomático todo el tiempo, me le hacían análisis, me le tiraron placas. Solamente hacía fiebre cuando le ponían el Interferon (Alfa-2B), que se lo suministraban un día sí y otro no, pero los médicos me dijeron que era normal, que no me preocupara. Ese día se me decaía, pero después de la fiebre ya volvía con su estado anímico de siempre.

“El niño se mantuvo viendo muñequitos todo el tiempo, fue la manera de mantenerlo tranquilito. Donde estaba era una sala de niños nada más, los acompañantes todos éramos negativos.

“Nos repitieron otra vez las pruebas, a los 14 días,  ambos dimos negativos; volvieron a hacer el examen y se confirmó el negativo (el miércoles 15 de abril).

“Que alegría cuando me dijeron que mi bebé era negativo, ese día me dijeron los médicos ‘felicidades, ya están de alta’”.

“El domingo pasado (12 de abril) ya le habían dado el alta a la niña. La trajeron en un taxi con una enfermera para la casa de mi familia.

Mailen Llanos Ross, a medida que se adentra en aquellos días de palpitaciones y angustia, se le entrecorta la voz; que recobra la alegría cuando contempla ahora desde casa a sus dos pequeños a salvo.

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  1. Historia de amor y coraje. Gloria para los ángeles de batas blancas. Estas paginas de quien la vive nos acerca a la grandeza de esta Revolución Cubana, que no escatima nada en función de la vida de sus hijos. Cuantos detractores atacan estos logros, pero nuestros héroes no pierden tiempo en nimiedades, solo trabajan para que estas historias sigan siendo cotidianas. Patria es humanidad.