
Muchos lo recuerdan todavía con 95 años a cuestas, caminando erguidamente el barrio, como si no hubiera pasado el tiempo por su cuerpo. Verlo así, con tal prestancia, asombraba a más de uno en el reparto bayamés Antonio Guiteras, donde vive ahora este hombre de mil anécdotas, llamado Vicente Cutiño Castillo.
Hoy la admiración es mayor porque él ha llegado al siglo exacto de vida. Lo ha hecho feliz, rodeado de parte de su familia, en la que figuran seis hijos, 10 nietos, seis bisnietos y tres tataranietos.
“Yo lo que he hecho siempre es trabajar”, dice para explicar una parte de la fórmula de su larga existencia, aunque también puede deberse a la genética pues su padre, Francisco Cutiño, vivió 102 años, y su madre, Gloria Castillo, nada menos que ¡105!
“Éramos 14 hermanos, solo quedamos dos”, cuenta, para luego añadir orgulloso que su hermana, Noelia, cumplirá 99 primaveras el próximo 10 de abril.
“Yo viví el Machadato, en ese momento nos habíamos mudado a Manzanillo”, expone para referirse a Gerardo Machado, que mal gobernó Cuba entre 1925 y 1933.
No olvida que a la caída del dictador sobrevinieron escenas de mucha tensión y destrucción y que a los “machadistas les rompieron las casas, que fue algo malo que se hizo”.
También explica que apenas pudo estudiar porque eran tiempos muy complejos. “Mi mamá me mandaba con una cuartilla y una señora llamada Tomasa Durán me enseñaba las letras. Yo no sé ni el grado que tengo”, expresa él, quien nació el 22 de enero de 1924.
Vicente refiere que es natural de Amancio Rodríguez, en la actual provincia de Las Tunas, y que por aquellas tierras laboró en el mantenimiento de vías férreas, cuando las traviesas eran de madera.
“La gente se queja ahora, pero muchos no saben lo que es pasar trabajo. Hoy la juventud se pone un par de zapatillas y yo le digo que yo tuve que ponerme alpargatas, valían ocho pesos”, reflexiona.
Él fue cabillero, una profesión en la que sobresalió en la llamada Empresa de Prefabricado, de Bayamo, al punto que resultó seleccionado para prestar colaboración en Jamaica, país en el que estuvo unos cuatro meses en la construcción de una escuela.
Este hombre de hablar pausado se casó con Victoria Leyva, con quien tuvo sus seis retoños, pero lamentablemente ella falleció en 1974, un golpe que aún lleva en su corazón.
Muchos de sus vecinos no saben que Vicente estuvo en un “conjuntico por allá por Amancio”, en el que tocaba guitarra y que, según su testimonio, el cantante Eduardo “Tiburón” Morales lo buscaba en sus inicios para que intercambiar con él. Tal vez tampoco sepan que dio varias serenatas, una modalidad romántica que, por desdicha, ha desaparecido.
Su filosofía radica en que “la gente tiene que llevarse bien y no buscar problemas”. “Hay que tener amistades para poder vivir”, sentencia, para luego acotar que “vamos a ver hasta cuándo llegamos”, para referirse a su edad.
Por eso y más enorgullece a su familia, que lo tiene como referente y horcón. Sus descendientes conocen que los sacrificios de él han ayudado para transitar el difícil camino de la vida. Saben que este 22 de enero habrá lágrimas de alegría y felicidad porque Vicente ha llegado con buena salud a la fabulosa edad de los 100 años.

Mis respetos Don Vicente y que sobrepase usted los 💯 compadre sí señor!
Saludos