Vida entre añejos

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Por Roberto Mesa Matos | 1 noviembre, 2017 |
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Rafael labora desde hace 28 años en la fábrica de Ron Pinilla, de Manzanillo. Hoy se desempeña como encargado del almacén de añejos.  FOTO/ Rafael Martínez Arias.

Manzanillo.- Hablar de esta costera ciudad de la oriental provincia cubana de Granma es remitirse, entre otras distinciones,  al ron Pinilla, exquisito licor que se elabora  hace más de un siglo en esta localidad.

Rafael Enrique Domínguez Cancino es uno de esos manzanilleros que comparte a diario los secretos del cuidado de las materias primas, la elaboración, embalaje y distribución de los rones que  salen  desde la ciudad del Golfo de Guacanayabo hacia diversos destinos.

Felo, como cariñosamente le conocen todos, llegó hace  28 años a la fábrica de ron Pinilla y desde entonces, su vida transcurre entre añejos.

“Este trabajo hay que quererlo porque requiere mucho cuidado para evitar accidentes.

“El olor es muy fuerte pero uno se acostumbra con el  tiempo”, nos dice mientras revisa la tablilla de las anotaciones del almacén de las naves de añejamiento,  área que hoy está bajo su mando.

“Llegó sobre las siete de la mañana y lo primero que hago es inspeccionar cada barril en una rutina que  demanda de rigor, disciplina y responsabilidad.”

¿Por qué?

“Esta es de las áreas más peligrosas de la fábrica porque se  unen  la madera y  el alcohol de las materias primas. Nadie puede entrar con   fósforos o cigarros prendidos, no  hay instalaciones eléctricas,  excepto una lámpara en mi mesa que se  desconecta al terminar la jornada.

“De conjunto con el equipo de especialistas  chequeamos cada mañana que los barriles  estén en perfectas condiciones técnicas para evitar que se derrame el líquido; si se detectan problemas en algún tonel se sacan para el local de reparación de la entidad, porque son barriles muy viejos.

¿Cuáles son los momentos más gratificantes?

“Que todo marche bien en mi puesto laboral y el reconocimiento de mis  compañeros. Además cuando visitas algún restaurante, bar u otra instalación del comercio o la gastronomía y los clientes elogian la calidad de nuestro ron siento que  ahí va mi aporte.

¿Usted bebe?, ¿Se jubilará?

 (Sonríe pícaro y comenta rápido) “Solo por algún motivo de festejo, unos traguitos, no más. Aquí estaré mientras tenga  salud y fuerza porque la fábrica de ron  ha sido  mi vida, casi  30 años aquí, el colectivo me quiere y   yo vivo  feliz  porque  el resultado de nuestra labor  se distingue en el mundo.”

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