Un día como hoy 20 de diciembre, pero del año 1899 , nació en Alquízar, actual provincia de La Habana, Rubén Martínez Villena, destacado intelectual y revolucionario.
Comenzó a escribir sus primeros versos a los 11 años. Más tarde ingresó en el Instituto No.1 de La Habana, donde cursó el bachillerato en Letras y Ciencias, graduándose en 1916, y en septiembre del mismo año se matriculó en la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana hasta graduarse en el año 1922 con el título de abogado.
En el transcurso de su carrera universitaria inició su labor poética y a los 21 años ya era un poeta conocido. A partir 1923 comenzó su formación como revolucionario, redactando el 18 de marzo del mismo año la Protesta de los Trece representando un grupo de intelectuales de izquierdas que protestaban contra la corrupción del gobierno de turno de Alfredo Zayas, en especial por la venta del Convento de Santa Clara en La Habana, razón por la cual fue encarcelado por primera vez.
Desde muy joven Villena demostró habilidades para la literatura estimulado por sus padres y fomentado por las relaciones entabladas con intelectuales de la talla de Enrique Serpa y Juan Marinello. Su primera colaboración aparece en la revista Evolución (1917). Publica además, trabajos en prosa en Chic, El Fígaro, Heraldo de Cuba y El Heraldo. De este último periódico fue editorialista y responsable de la página literaria de los lunes. Trabajó como corrector de pruebas en La Nación (Costa Rica).[4]
La pupila insomne.
Tuvo una breve pero fecunda vida como poeta, su obra oscila entre las manifestaciones de la prosa y la poesía. Legó poemas muy reconocidos como La pupila insomne, El gigante, Insuficiencia de la escala y el iris, El anhelo inútil , entre otros. Dentro de su obra poética resaltan composiciones líricas tales como: Peñas arriba, de 1917; 27 de noviembre», de 1919; Ofrenda, de 1920; Madrigal, de 1921; 24 de febrero, de 1922; La verdad del campesino, de 1930; Canción del sainete póstumo, de 1933, donde le recuerda a su amada esposa, que después de su muerte la vida continuará para todos los que lo conocieron, resaltando la enajenación del individuo en pos de las masas.
Todos estos textos resaltan simultáneamente al hombre al desnudo, y al revolucionario intransigente, ya que van desde la satírica burla de algo tan temible como la muerte, hasta la crítica sesuda de la realidad social.
El año 1923 marcó importantes hitos en su obra poética, sin embargo renunció a escribir poesía para entregarse completamente a la lucha revolucionaria.Dos años después edita y dirige la revista Venezuela Libre cuya redacción fue conocida como la Cueva Roja. Dos años después, surge la publicación América Libre, que tendría como lema: Por la unión interpopular americana. Contra el imperialismo capitalista, a favor de los pueblos oprimidos.
En abril de ese mismo año gana el premio de poesía en los Juegos Florales de Holguín con La Medalla del Soneto Clásico. Posteriormente en 1926 como miembro de la Liga Anticlerical redacta su folleto: Cuba, factoría yanqui. Dejó a un lado la poesía y lejos de todo adorno desplegó una prosa de denuncia candente en los artículos salidos de su pluma, entre ellos, «Ya vamos siendo parias en nuestra propia tierra», en el que manifestaba su pensamiento antiimperialista. También en sus textos ofreció una interpretación marxista del proceso cubano, propagó las ideas del Socialismo Científico y denunció la política expansionista de Estados Unidos.
Por sus actividades revolucionarias contra la dictadura de Machado se vio obligado a emigrar. En Nueva York colaboró con las revistas Mundo Obrero y Vida Obrera y en el periódico Luchador del Caribe.
Su vida termina entre la conmoción de la caída, el 15 de enero de 1934, del Gobierno de los Cien Días y la organización del Cuarto Congreso de Unidad Sindical.