
Efrén Evelio Rodríguez Ricardo es un cubano que ha dedicado más de cinco décadas a la noble tarea de formar generaciones de maestros. En su andar diario, deja por donde quiera que pasa una frase de empatía, un consejo, un abrazo de agradecimiento.
Este hombre oxigena su vida con un constante aprendizaje, el saludo a sus vecinos, y sus muchas ganas de vivir. “Actualmente me desempeño como profesor auxiliar de la Universidad de Granma, en la facultad de Ciencias Económicas, en la disciplina de Teoría Política.
“Soy alfabetizador. Mi pasión por esa profesión viene de mi niñez. A mí me marcó mucho la actitud de una de mis maestras de primaria. Ella era de Santiago de Cuba, y para llegar hasta donde yo vivía, donde solo había una escuelita, tenía que trasladarse hasta Holguín y de ahí a caballo hasta mi pueblito, y no faltaba al aula.
“Ingresé en el centro vocacional para maestros primarios en San Lorenzo, en plena Sierra Maestra, en 1961 y me gradué en 1965 del Instituto Pedagógico Makarenko, en Tarará; de ahí salí con una boleta de ubicación laboral para la ciudad escolar Camilo Cienfuegos, donde trabajé como maestro primario.
“Una vez allí transité por los perfiles de secundaria básica y preuniversitario. En 1978 fui llamado a prestar servicio como funcionario profesional del Partido Comunista de Cuba (PCC), me mantuve 30 años, pero jamás abandoné mi vocación por el magisterio, ya que me vinculé a la escuela del PCC Desembarco del Granma.
“También tengo que mencionar mi etapa como director provincial de la Radio, medio que fortaleció mi accionar en la formación de las nuevas generaciones, sobre todo enfocado en la educación social del personal periodístico y artístico. Desde ese lugar se llega a todas partes, por lo tanto, la educación juega un papel primordial. A la Universidad de Granma llegué en 2013.
“A lo largo de más de cinco décadas dedicado a enseñar, he impartido clases de Historia de Cuba, Lengua Española, Matemática, Química y Teoría Política. Siempre he trabajado por la integralidad de los profesionales, por una formación que contemple lo esencial de la cultura, la historia y la identidad. La integralidad de los procesos impulsa el avance, el desarrollo, y ayuda a entender de modo más eficaz la sociedad.
“Considero de manera muy particular que hay que luchar por hacer mejor nuestra profesión cada día, hay que aprender de todos, no se termina de aprender nunca, de todos se aprende, hasta de los niños.
“Los profesionales cubanos deben cultivarse constantemente, el conocimiento evoluciona, y no nos podemos quedar atrás, ampliar nuestra cultura es necesario, y no solo la cultura artística-literaria, sino todo lo referido al conocimiento.
“Otra cuestión importante es el vínculo familia, escuela y comunidad, un engranaje fundamental que no debe romperse. La educación es la base de la sociedad, pero la sociedad es el tapiz donde se dibuja el futuro de las personas, de las comunidades, de un país, por tanto, no pueden verse como universos separados”.
Rodríguez Ricardo ha recibido la distinción Por la Educación Cubana y las medallas Raúl Gómez García, la de Alfabetización, Servicio Distinguido de las FAR, y José Tey de primer grado, más de una centena de reconocimientos y diplomas que testifican sus aportes a la ciencia desde la Educación.
Ese hombre de cabellera blanca, andar pausado y simpática sonrisa; nacido en Holguín, pero bayamés por derecho, cree en la juventud, defiende el apoyo a las nuevas generaciones, las acompaña, aprende de ellas, comparte sus experiencias y confía en sus decisiones.
“Mi mensaje para ellas es que siempre estudien, que no aparten de su cotidianidad el aprendizaje, no solo en los escenarios académicos, sino en su entorno social. Les digo con toda la fuerza de mi corazón: vivan intensamente y nunca se rindan.
“Mis plan es transmitir conocimiento mientras mi estado psicológico y físico me lo permita, siempre recibí el apoyo de mi padre, y luego se sumó mi familia, por tanto, a ellos agradezco mucho y no los defraudaré.
“Seguiré apegado a mi Patria, que para mí es la tierra de mis padres, de mis ancestros; por lo tanto, la amaré mientras respire. Defenderé siempre la palabra Revolución, que guarda su sentido en el cambio, la evolución, en la trasformación, y estaré hasta el último de mis días a favor del socialismo, que significa estar al lado de los humildes, pues como dijo José Martí: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”.