
Todos los triunfos no suelen celebrarse de la misma manera. En ocasiones, algunos quedan lejos de la connotación que merecen; otros, en cambio, cuando tocan de cerca, sobran razones para festejarlos.
Por eso, a Yunier Castillo Jerez se le nota feliz, henchido de orgullo. Se siente protagonista en un éxito colectivo, luego de extraordinarias demostraciones monticulares, en la recién concluida 61 Serie nacional de béisbol.
“Me esforcé en cada salida y luché por la victoria. Mira como disfrutamos y ahora estoy muy contento”, dijo, el zurdo de Media Luna, instantes después de saberse campeón con los Alazanes, en el estadio Mártires de Barbados.
Para muchos, su actuación en la etapa clasificatoria pasó casi inadvertida, a pesar de las seis victorias que aportó (en 12 decisiones), “pero respondí a la confianza que me dieron, al insertarme en la rotación abridora, desde que empezó la serie”, recuerda.
Sin embargo, su desempeño en los play off fue sorprendente. Lució inmenso en cada una de sus tres salidas, mientras se anotaba dos éxitos (con una derrota) para consolidar un staff que causó muy buena impresión.
Ningún otro serpentinero fue más dominante que él; así lo confirman el anémico average de los bateadores contrarios (.121: 66-8), el promedio de carreras limpias (0.86: 21.0-2) y el WHIP (0.71), sin duda, números de otra galaxia.
“Por supuesto, que siempre hay presión en estos juegos decisivos, pero mi objetivo era hacer el trabajo y eso fue lo que intenté; creo haberlo conseguido. Y aquí está el resultado”, expresa, Castillo, cuya recta sostenida que ronda las 90 millas por hora, sobresale como una de sus principales armas.
El autor de la tercera victoria, que empató el cotejo final ante los Cocodrilos de Matanzas, confiesa no sentirse afectado por haber quedado fuera de la nómina granmense, que intervendrá en la Semana beisbolera de Haarlem, en Holanda, del 8 al 15 de julio venidero.
“No me lo esperaba. Pero estoy tranquilo, tengo que seguir trabajando y confío en que llegarán otras oportunidades. Lo importante es no rendirse”, dice, esperanzado, a escasos metros de la lomita, donde ofreció su última demostración, en el parque bayamés.
Yunier prefiere quedarse con este momento, el mejor que vive en su carrera y junto a sus compañeros, aunque siga sin entender los motivos de la exclusión.