Camilo era mi hermano

Hace 31 años realicé entrevistas a combatientes del Ejército Rebelde que estuvieron junto a Camilo Cienfuegos, las cuales fueron publicadas en la edición en papel del periódico La Demajagua y en su primera versión digital, no disponible ahora en Internet, razón por la cual las reproduzco, en ocasión del aniversario 61, este 28 de octubre de 2020, de la desaparición física del Héroe de Yaguajay.
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Por Orlando Fombellida Claro | 27 octubre, 2020 |
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Luis Olazábal Cepeda FOTO/Orlando Fombellida Claro

 

“En Altos de Matamoros conocí a Walfrido Pérez, Luis Olazábal, Félix Mendoza, Lázaro Soltura y a otros compañeros. Pude notar entonces cómo aquellos combatientes, subordinados a Camilo Cienfuegos, le profesaban gran cariño y se sentían orgullosos de estar a su lado.”           

                                                                                                                                              William Gálvez

El nombre de Luis Olazábal Cepeda, que figura en la cita que encabeza este trabajo tomada del libro Camilo, Señor de la Vanguardia, aparece con frecuencia en diferentes escritos referidos a la lucha del Ejército Rebelde en las montañas de la región oriental de Cuba, incluso de Ernesto Che Guevara, quien, por ejemplo, en su relato sobre el segundo combate de Pino del Agua, librado el 16 de febrero de 1958, apunta:

“…A la lista de bajas señaladas hay que agregar la del compañero Luis Macías, cuya suerte no se conocía en ese momento, y algunos compañeros, como Luis Olazábal y Quiroga, heridos en distintas acciones del prolongado combate (…).”

Aquel entonces joven que terminó la guerra, el primero de enero de 1959, con los grados de capitán y tuvo el honor de estar junto a Camilo Cienfuegos Gorriarán, nació en Manzanillo, segunda urbe de la actual provincia de Granma, sureste de Cuba.

Posterior al triunfo de la Revolución Cubana va a residir a la ciudad de Matanzas, en el occidente de la Mayor de las Antillas, pero cada vez que tiene oportunidad retorna a su terruño natal, a visitar familiares, amigos, conocidos y lugares de la Sierra Maestra, como hace en abril de 1989, oportunidad en que este redactor conversa con él en la localidad de Buey Arriba.

Luis Olázabal Cepeda FOTO/Orlando Fombellida Claro

Durante casi tres horas, Olazábal me deparó el placer de escuchar de primera mano, narraciones sobre el actuar guerrillero en la Sierra Maestra, con una voz desprovista de toda vanidad, matizada a veces por expresiones picarescas.

De su extenso –y para mi hermoso- testimonio transcribí las partes siguientes, relacionadas en lo fundamental con Camilo Cienfuegos, quien apodó a Olazábal El Dinamitero bailarín.

Voy a hablar de Camilo en la Sierra (Maestra) porque al llano no pude bajar con él pues me habían herido en las partes (pudendas).

Yo estaba en la clandestinidad en Manzanillo –precisamente Celia (Sánchez Manduley) era la jefa- hasta que tuve que irme para el monte, creo que en abril del ´57, no puedo precisar la fecha, porque me estaban persiguiendo.

Subo a la Sierra por Cayo Espino (Manzanillo) a salir a Arroyón; ahí hicimos un campamento, con gente de Santiago de Cuba también, y nos pusimos a preparar un asalto al cuartel de Campechuela y en eso vino Camilo (Cienfuegos) a buscarnos.

Primero estuve con Fidel (Castro), después me mandan a la vanguardia; su jefe era Ciro Redondo y cuando lo matan en el combate de Mar Verde, en el que participé, es que Camilo coge la vanguardia del Che, desde entonces estuve con él hasta que partió para los llanos del Cauto.

En el segundo combate de Pino del Agua (16-02-1958), unos caballos se asustaron con unas latas que los guardias habían colocado como alarma; Camilo creía que era yo y me dice: “tú que siempre estás…” y yo “Camilo que yo no estoy haciendo ninguna bulla”. Siempre estaba faja’o conmigo, regañándome por mi forma de ser, pero éramos hermanos.

En ese combate nos hirieron a los dos. Me pasaron con una ráfaga, pero no solté las armas, me arrastré un tramo y Zenén Meriño me cargó. Cuando me vi to’ desguasa’o me dije: ‘bueno Luis, hasta aquí llegaste’ y me acordé de mi familia en ese momento.

-¿Ahí fue cuando lo hirieron en los testículos? –le pregunté.

-Sí. Y en las piernas –respondió sonriendo.

-¿Pero no quedó chiclán? –Indagué con cierta sorna.

-Sí, sí. Estoy jodí’o, pero bueno qué voy a hacer, todo por la Patria, porque en definitiva otros han caído  y no ven nada y yo aunque esté to’ chiva’o veo algo, estoy viendo lo que hicieron los que cayeron; ellos son a quienes les debemos nosotros nuestras vidas –contestó.

Tras esta interrupción Olazábal continuó:

En Pino del Agua fue donde Camilo, herido, dijo que atendieran primero a un soldado que también estaba herido, o si no lo hacia él.

De allá me sacaron en una camilla y me llevaron para un hospital donde estuve dos o tres meses. Camilo sanó rápido, ¡Tenía una sangre!, y bajó al llano, de donde me mandó una carta que después te voy a enseñar, (el periódico) Juventud Rebelde la publicó.

Yo era muy cobarde pa’la oscuridad –era no. Soy; yo de noche no camino ni dos cuadras-, entonces qué hacía Camilo, me decía “ve a tal lugar”, en la oscuridad, y yo “Camilo, que solo no voy, mándame con otro”, y él “tienes que ir”, “que solo no voy”, hasta que mandaba a otro conmigo.

Una noche se disfraza, se pone una sábana en la cabeza como un fantasma, y me hizo correr todo el campamento. El hacía todas esas gracias.

Camilo era un gran hombre. Primero comían los soldados y después él; todo lo compartía. Si algo aparecía era para la tropa completa.

A los campesinos los rebeldes no les podían coger nada, ni una fruta, si no nos la daban. Más bien Camilo les daba a ellos azúcar y otros productos. Él y yo salíamos a visitar a los guajiros de las zonas liberadas y les explicaba en qué consistía nuestra lucha.

Una vez en un combate yo no podía subir una loma y le digo: “déjame aquí, que yo me escondo” y para que vean quién era él me dice: “yo no te puedo dejar, me quedo contigo”. ¡Mira tú qué grandeza! Entonces cogió mi mochila, se la dio a otro compañero y la de aquél, que era más chiquita, me la entregó a mí.

Él no dejaba atrás a un compañero aunque el enemigo estuviera encima, lo que demuestra que quería a sus hombres, y nosotros lo adorábamos; nunca iba atrás, siempre delante, Camilo y el Che (Guevara) peleaban al frente, de pie, por eso en Pino del Agua lo hirieron (a Camilo) en los muslos. Era muy guapo, pero ecuánime.

También era jaranero, noble, pero si tenía que hacerlo castigaba a cualquiera. Recuerdo que a un compañero lo castigó una vez y otro compañero y yo que estábamos de cocineros, le llevábamos, escondidos, comida y en una de esas Camilo nos sorprende, pero no nos dijo nada. Al otro día lo sorprendimos a él haciendo lo mismo, escondido de nosotros.

Luis Olazábal Cepeda FOTO/Orlando Fombellida Claro

De un portafolio bastante ocupado por fotos tomadas en la Sierra Maestra, de actividades políticas y culturales cuando dirigía, en los años 60 del siglo anterior, la Asociación de Jóvenes Rebeldes en Matanzas, diferentes medallas, entre estas la de fundador de la Columna Rebelde número Uno dirigida por Fidel Castro, mi entrevistado extrajo un ejemplar del diario Juventud Rebelde del 27 de octubre de 1985, en el cual apareció fotocopiada la carta que le enviara Camilo cuando se encontraba en los llanos del Cauto y él, Olazábal, convaleciente en las montañas orientales.

La misiva dice:

Abril 24 de 1958

Mi siempre estimado Luis.

Espero que estés recuperado de las heridas y te encuentres como en los viejos tiempos, hecho un león; nosotros por estos llanos bien, caminando como locos y casi sin dormir, haciendo los campamentos en los potreros. No pudimos realizar (ilegible en la fotocopia de JR) de tomarnos cada uno una cerveza en la ciudad, en la próxima lo haremos. Si quieres venir habla con Ramiro, tengo un puesto de morterista vacante, eso sí a la primera escandalera te fusilo y no puedes repetir un cuento más de 25 veces.

Saludos a todos, te aprecia, Camilo.

Concluida la lectura, Olazábal dijo con orgullo: “Eso es lo más grande en mi vida; nací con suerte, primero fui esclavo, ahora soy libre…y Camilo era mi hermano.

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