Un hombre de historia segura

Share Button
Por Osviel Castro Medel | 25 marzo, 2019 |
0
FOTO/Osviel Castro

Ni él mismo puede explicar ahora cómo enrumbó su vida en tiempos tempestuosos. Había nacido en lo profundo de la ruralidad cubana, en La Graciana, a decenas de kilómetros de Contramaestre -actual provincia de Santiago de Cuba- y estaba bajo la tutela de sus abuelos paternos.

“Ellos me enseñaron a leer, pero no a escribir. Les debo mucho, porque perdí a mi madre cuando yo tenía solo dos meses”, dice hoy Roberto Antonio Ginarte Pantoja, un hombre de 80 años, cuya historia debería ser bandera contra adversidades.

Su abuelo Antonio, exintegrante del Ejército Libertador,  quien se casó cuatro veces y tenía ¡38 hijos!, le habló de las batallas de su jefe, el mambí Jesús Sablón Moreno (Rabí); de la importancia de la honradez –sobre todo cuando hay estrechez económica- y del valor del trabajo.

“Me envió a la escuela a los 10 años y enseguida me pasaron para tercer grado. Cuando terminé la primaria tenía 14 por lo que pronto empecé a trabajar en una botica, en el pueblo de Contramaestre”.

En esa farmacia, Roberto se contagió del ambiente conspirativo contra la dictadura de Fulgencio Batista; de manera que, andando el tiempo, se enrolaría en actividades clandestinas para apoyar el Movimiento 26  de Julio.

Con tales antecedentes, no resultó  extraño que a finales de 1963 fuera captado para integrar las filas del Ministerio del Interior por Ángel Cámbar, quien había militado en el Ejército Rebelde.

“Me llevó a Santiago de Cuba sin decirme a qué íbamos y allí quedé alistado. Desde entonces mi vida cambió por completo”.

En el Minint encontró los caminos de superación y maneras de sentirse útil, especialmente cuando resultó inscripto como agente de operaciones del Departamento de Seguridad del Estado (DSE).

“Éramos pocos entonces y una de nuestras principales misiones consistía en el enfrentamiento de los elementos contrarrevolucionarios y de potenciales autores de atentados. Nunca olvido que me tocó detener a un grupo de 25 individuos que en Bartolomé Masó pretendían alzarse y sumarse al bandidaje”, cuenta este hombre radicado en Bayamo desde 1964.

“Sin una Seguridad eficiente  el país no hubiera avanzado, nuestro enemigo hubiera conseguido su objetivo, que era convertir esto en caos y revertir la Revolución”, reconoce.

De aquella etapa de tensiones recuerda que conoció a Abel Pérez  -quien llegó a ser un alto y reconocido oficial del Minint-   y que trabó amistad con muchos compañeros valiosos, cuya labor los llevó a  arriesgar el pellejo en total anonimato.

Ginarte relata que permaneció en el Minint hasta 1989, dentro del cual también cumplió tareas en la sección política, aunque nunca olvidó las enseñanzas del DSE , un ente de referencia para los cubanos y que -aglutinador de los conocidos Órganos de Seguridad del Estado- llegará a seis décadas el próximo 26 de marzo.

“Tuve el honor de estar en el cordón de seguridad del Comandante en Jefe en varias oportunidades, como cuando inauguró el Hospital Celia Sánchez Manduley en Manzanillo”, expresa con orgullo.

Después de su jubilación del Ministerio del Interior, laboró en Bayamo en dependencias del antiguo Ministerio del Azúcar (Minaz) y, más tarde, en la secretaría de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, en la que estuvo más de 15 años.

“Me hubiera gustado seguir trabajando, servir más al país, pero me sentí cansado y con achaques”, reconoce este ser humano, poseedor de numerosos reconocimientos y medallas, y quien vive en total modestia en un apartamento del reparto bayamés Antonio Guiteras.

Con cuatro hijos, uno de ellos teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sentencia que acaso la mayor amargura de su existencia sobrevino a raíz de la muerte de Fidel, hecho que lo desveló durante varias jornadas.

“Ahora paso mis días leyendo, tranquilo en casa hasta que el destino diga”, comenta sonriendo para luego señalar: “Cumplí 80 en octubre, pedí prórroga para seguir en este mundo y me la dieron. Mientras viva estaré agradecido al Minint. Allí logré licenciarme en Ciencias Penales, aprendí, crecí y me hice un hombre de bien”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *