Homenaje a la hombradía

DESPUES DE UNOS 10 AÑOS VE LA LUZ ESTE RELATO HISTÓRICO QUE RECUERDA PASAJES DE LA VIDA GUERRILLERA Y DE LA LUCHA CONTRA BANDIDOS DE UN GRANMENSE, JUNTO A FIDELY RAUL. PERALTA, EL PROTAGONISTA, FALLECIÓ ESTE VIERNES, 4 DE DICIEMBRE, EN SANTA RITA
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Por Víctor Corrales Parra | 5 diciembre, 2020 |
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Luego de mil peripecias, desde que aconteció el asalto al Cuartel Moncada, génesis del azaroso derivar de Oneido Grave de Peralta Pérez de Corcho, y después de haber cumplido 80 años, Peralta –como le llamamos- accedió a narrarnos pasajes de su vida de entrega a la causa revolucionaria.

En su casa, en Santa Rita, municipio de Jiguaní, en Granma, quiso brindar su valioso testimonio, acerca de acontecimientos en los que participó, en defensa de La Revolución, algunos junto al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

“Corría el año 1959, entonces integraba una compañía especial creada por Fidel en Managua, compuesta por unos 75 hombres con conocimientos especiales en distintas armas, llegados a La Habana en La Caravana de la Libertad.

Cuenta Peralta, con acentuada emoción, que la primera misión encomendada a esa unidad especial fue en Santa Cruz del Sur, zona donde tres masferreristas que operaban en la zona de Melena del Sur tenían aterrorizada a la población. Señala Peralta que ocupaban una buena posición, se fajaron, tenían ametralladoras, era una zona llana y no podíamos avanzar,entonces Fidel llamó a un combatiente, operador de bazuca, Mario Labaut se nombraba, de Guisa, solo le hizo un disparo, quedaron prácticamente destrozados, eso fue en mayo de 1959, terminada la misión, Fidel nos envió de nuevo a Managua.

Después, en Bahía Honda, Pinar del Río, un combatiente rebelde de nombre Clodomiro, Capitán, se viró con su tropa y Fidel lo mandó a detener. Estaban parapetados en lo alto de un cerro, tiraban con ametralladoras 50 y otras armas, todas buenas, entonces Fidel, que siempre nos acompañaba, ordenó utilizar los morteros y comenzamos a realizar tiro de reglaje, cuando corregimos, tiramos con todo y de inmediato izaron bandera blanca, entonces avanzó la infantería y los cogimos a todos. Fidel nos dijo, “bueno muchachos, ya terminaron”, y nos envió de nuevo a Managua.

Poco después vinieron los problemas en Camagüey con Huber Matos, al que tenían detenido en Ciudad Libertad para juzgarlo, en un cine grande que había allí.

Toda la tropa de Matos estaba en el cine y cuando él apareció comenzaron a aplaudirle y a decir que ellos no se rendían, que había que matarlos peleando, y estaban armados; uno de ellos expresó que sólo se rendían a la gente de Managua.

Allá fue Fidel y nos planteó la nueva misión, aclarándonos de lo peligroso y delicado de la tarea, pues los hombres de Huber Matos eran bravos, habían peleado mucho y estaban armados.

“De los seleccionados -aclaró Peralta- fui elegido. Junto a otros muchachos salimos para el lugar, solo con las pistolas, entramos en las barracas uno por cada extremo, tocamos y nos identificamos como la gente de Managua, entramos y les dijimos que no podía sonar un tiro, que depositaran las armas en las camas, los cacheamos, no hicieron resistencia; de ahí, fueron trasladados a otro sitio, se cambiaron de ropa, se licenciaron. Nosotros custodiamos el juicio y cuando terminó, para Managua de nuevo.

Para abril, más o menos, siempre llegan los problemas fuertes -señala el viejo guerrillero-; por Corralillo, en Las Villas, hubo un desembarco aéreo, los aviones tiraron armas y Fidel mandó a que lo siguiéramos, él iba en un helicóptero guiándonos y nosotros detrás en camiones, en Cascajal no sé dónde rayos se tiró, porque no había lugar, nos echó una descarga; dijo: ´Vamos a tirar para allá -y señaló-, tienen que ir por donde yo coja´, fue entonces entre un campo de caña y un manigual, hasta un lugar donde había unos camiones y tres naves para pollos, donde estaban hacinadas muchas personas, presas.

Los alzados se habían hecho fuertes en un bosquecito e impedían el paso de la infantería, ellos tiraban con bazucas desde encima de los árboles a los tanques.

Llegamos a un potrero, estábamos como a 900 metros de ellos, demasiado cerca para los morteros y todo lo que traíamos.

Entonces se le ocurre a Fidel, ´vamos a ver en que punto están´, levantan el piloto y él, y cuando van llegando al monte, les hicieron fuego concentrado con todo, el helicóptero picó, al punto de meter las gomas en la maleza, y ordenó disparar, con los 120, el primer disparo fue corto, otro muy largo, corregido, disparamos con dos baterías, ellos tiraban también y las balas silbaban por encima de nosotros; el monte les impedía vernos, les disparamos 56 morterazos, nada más se oían los ayes; Fidel mandó a apresarlos, pedimos ayudar a la infantería y nos dijo, ´no, ya ustedes terminaron, regresen a Managua´, eso fue en el 1960.

“De ahí fue lo de Beatón, el que mató a Cristino Naranjo en Ciudad Libertad, se fugó y fue a parar a Nuevo Mundo y Zapatía a un costado de Pino del Agua

“A su captura salimos en Ómnibus Aliados, unas guaguas cómodas, con aire acondicionado, y ahí cargamos los morteros con todo lo necesario en los maleteros; llegamos hasta Camagüey, allí desayunamos, fuimos al baño y entonces veo los carros y digo, ´miren quien está ahí, El caballo de Atila´, sin saber que estaba detrás de mí, pero no me dijo nada, solo señaló, ´vamos a prepararnos, que tenemos un día para llegar allá. Pero en Camagüey había un batallón de milicianas que habían hecho maniobras en Sierra de Cubitas y le piden a Fidel que quieren incorporarse; él les dijo, ´miren, las lomitas esas no pueden compararse a las de la Sierra Maestra, ustedes no tienen preparación para esas caminatas, además, tienen que saber que van a combatir con un hombre bravo que en la guerra combatió en esa zona que la conoce al dedillo y por eso es más peligroso todavía´, y ellas seguían insistiendo, hasta que Fidel les dijo, ´bueno, incorpórense´.

“Ya como a las 11:30 o las 12, estábamos cerca de Guisa y quisimos pasar por un puente de madera muy estrecho;  retroceden y Fidel envía a los escoltas a que buscaran camiones potentes para subir a la Sierra Maestra, y salimos al rato en ellos, llegamos al Oro de Guisa a la una de la tarde. Allí almorzamos y reposamos solo un ratico.

“Entonces, el Comandante se pone al frente de la tropa y comienzan las discrepancias, por lo peligroso que ello podía ser, pero no aceptó y dijo que él era el jefe y por eso iba al frente.

“Nadie pensó en enviar un pelotón a explorar ni en el río que había que cruzarlo 15 veces, entonces las ideas se centraron en ayudar a las mujeres que comenzaron a cansarse y hubo que recogerles el fusily la mochila y cargar con ellos nosotros.

“Llegamos sin problemas, salvo el del cansancio, a las 11 y pico de la noche, al Alto de Pino del Agua, donde había unos tractores desbaratados, y mis hombres y yo preparamos una emboscada, pusimos guardias y acondicionamos el lugar para que las mujeres se quedaran con nosotros, allí dormimos.

“Al otro día, vinieron a chequear la posición, y la calificaron de buena.

“De noche no se veía nada, solo escuchar, después de una semana oímos que alguien bajaba, los dejamos y cuando estaban dentro de la emboscada les salimos al paso y no pudieron tirar ni un tiro, los desarmamos y se lo llevamos a Fidel.

Cuenta Peralta que cuando Fidel los ve, reconoce a uno y ledice: “Pero, Galleguito, ´¿tú viniste a pelear contra la Revolución y con Beatón?´, y él contestó: ´Es que Beatón nos convenció´, y de nuevo interviene Fidel,  diciendo: ´No me digas nada más, la misión que yo te di, te entregué tres mil pesos para que buscaras vituallas y te perdiste´.

El galleguito, relata Peralta, estuvo con Fidel, él bajaba al llano y buscaba muchas cosas, pero se fue con la plata y no regresó.

“Con él venía un mulatico chiquitico y Raúl le pregunta qué hacía ese muchachito, y el aludido contestó: ´Como no voy a estar con ellos, si ustedes son comunistas y han embarcado a este país y aquí se peleó por la independencia, no para ser comunistas´. Raúl le dice, ´mira cállate, muchacho de mierda´, Fidel interviene y expresa, ´espérate, y trata de interrogarlo´,  y el chiquitico responde, yo no tengo que decirle nada.

“Interrumpe  Raúl: ´Mira, cállate; estás hablando con Fidel´.  ´Y a mí qué me importa´, contestó el aludido.  De nuevo interviene Fidel, y expresa: ´Espérate, este vejigo tiene valor, fíjate como contesta y no tiene miedo´, entonces se dirigió a la escolta y les ordenó que condujeran al muchachito y lo llevaran para La Habana.

“La milicia serrana empuja a Beatón, que va hacia el mar, lo sorprendieron y, sin disparar, lo detuvieron.

“De ahí salimos, y nos ordena que nos quedemos en Bayamo, en el cuartel, ahí estuvimos como un mes, hasta que nos ordenaron ir a Palma Soriano, porque la familia de Beatón se estaba organizando para formar líos con ideas de alzarse. Para allá  fuimos y nos quedamos en una nave donde se montaría una zapatería, la habilitaron y allí estuvimos.

“La gente de Beatón notó los trajines y todo lo demás, porque íbamos a realizar el almuerzo por el puente que había allí, cuando vieron todo eso, se aplacaron y no hicieron nada.

“Fidel nos mandó a ir para La Habana y nos pasó de Managua para SanAntonio, a estudiar con los soviéticos que estaban allí, y junto a nosotros comenzaron los estudios muchos campesinos de la región oriental. Por la mañana, clases teóricas, y por la tarde, en el campo. Antes nos habían puesto maestros en Managua y allí alcancé el sexto grado, yo era analfabeto.

El interés por aprender era mucho, recalca Peralta, y la práctica fue decisiva; llegué a dominar el manejo de la artillería con bastante precisión, tanto, que me ascendieron al mando del grupo. Así se logró preparar un grupo, que, si no eran grandes especialistas, podían tirar y hacerlo bien; así pasó el tiempo y no supimos más de los soviéticos, pero sí guardamos muy bien sus enseñanzas.

“En este sitio nos sorprendió el ataque a la Base, era el preludio de Girón”.

Recuerda Peralta, emocionado, el ataque de los aviones y el tremendo quehacer que les tocó en la desconcentración de una gran cantidad de camiones que allí había.

“A esa hora todo el mundo sabía manejar y caían en las zanjas, cunetas y otros accidentes del terreno, chocaban con todo, pero se logró separarlos y evitar que un cohete los destrozara.

“Así mismo sucedió en las barracas, llenas de armas y municiones, las cuales evacuamos y pusimos a buen recaudo, y nos sirvieron para repeler el ataque, y algunos aviones cayeron y otros se retiraron averiados.

Después del ataque a la Base Aérea, Peralta y su unidad fueron enviados a Girón, pero no llegaron a su destino, Fidel los envió a defender las costas de La Habana, en prevención de un ataque.

Derrotada la invasión, regresa a Managua, y cuándo inicia la Crisis de Octubre, marchan a Pinar del Río y de ahí de nuevo al Escambray, corren los años 1962 y 1963.

Después de cumplir la tarea, regresa de nuevo a Santa Rita para emplearse con su gente a instruir un personal en el manejo de equipos pesados para la construcción de la carretera Jiguaní-San Germán.

Aquí, significa Peralta, lo dejan y pasado un tiempo, quedan sin tareas y pasan a la zona de Bayamo y Manzanillo. Para entonces ya vivía en Santa Rita; se casó en septiembre de 1964 y comenzó a laborar en el policlínico del lugar, a la vez, movilizado, funge como instructor de las tropas que van a combatir a Angola, lugar al cuál parte tiempo después, luego de mucha insistencia, era el año 1982, y allí está hasta el 1984; al regreso, comienza a laborar en el Registro Civil del poblado, hasta su jubilación.

Todavía reside en Santa Rita Jiguaní, Granma, lugar al que había arribado por primera vez pensando en la posible persecución de las tropas de la tiranía, luego del asalto al Moncada, después de un incidente en el que se vio involucrado y donde comenzó el bélico periplo por muchos años. En este poblado disfrutó de su familia y del pueblo que lo respetó y quiso.

Otros muchos detalles coronan la vida de este hombre en su andar por la Revolución a la cual ha brindado todo su quehacer.

Pensamos haber destacado aquí las principales peripecias, sobre todo las bélicas; otras atesoró en su memoria y en su pecho, todas en pro del más grande tesoro: la Revolución, a la cual defendió con vehemencia, hasta su deceso, este viernes, 4 de diciembre de 2020, a los 86 años.

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  1. Magnifica historia, un verdadero héroe este hombre, estás son las historias dignas de contar a nuestros hijos y nietos para que de esta manera puedan conocer como fue que se gestó este proceso revolucionario y todo lo que costó. Historias como estas debían de darse a conocer más a menudo y más de cerca en las escuelas para un mejor conocimiento y cambio de mentalidad de muchos de nuestros jóvenes..