La Liga Antimperialista de Cuba

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Por Granma | 14 julio, 2015 |
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f0039151A los esbirros Betancourt y Montero, miembros de la tristemente célebre Sección de Expertos, especie de policía política de la tiranía machadista, su jefe, el teniente Calvo, les ordenó infiltrarse en una de las sesiones de la Universidad Popular José Martí, al término de la cual se debatirían asuntos relacionados con la Liga Antimperialista de Cuba (LAIC). En la noche del 23 de noviembre de 1925, los dos sicarios acudieron a la sede de la Sociedad de Torcedores, en la calle San Miguel. La conferencia versaba sobre El Estado político de la sociedad presente y el desenvolvimiento de las instituciones que lo integran.

Al finalizar la clase, Julio Antonio Mella dio comienzo “a la sesión de la Liga Antimperialista de Cuba, para formar el Comité Ejecutivo, con secciones estudiantiles y de las demás clases sociales”, como Betancourt y Montero consignaron después en el informe que redactaron para su superior, en el cual informaban que, según Mella,”la finalidad de la Liga es combatir, en primer término, al imperialismo yanki (…), porque a más del poder económico, tiene el poder político por el apéndice de la constitución, conocida por la Enmienda Platt, que merma la soberanía del pueblo de Cuba”. También explicaban los espías que la Liga exigía la devolución de la Base Naval de Guantánamo.

Calvo, tras leerlo, colocó el informe en un sobre, dirigido al Jefe de la Policía Nacional. Cuatro días después Mella fue detenido bajo la acusación de haber cometido “actos terroristas”.

FUNDACIÓN

La LAIC, como sección cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas, se fundó el 14 de julio de 1925 en el local de la Asociación de Estudiantes del Instituto de La Habana (hoy preuniversitario José Martí de La Habana Vieja). Los miembros fundadores de la nueva organización eligieron una directiva en la que Mella fungía como secretario organizador; José Acosta, como vicesecretario; Alejandro Barreiro, financiero; y resultaron electos, entre otros vocales, Carlos Baliño, Rubén Martínez Villena y José Zacarías Tallet.

Días antes, el 6 de julio de 1925, la Liga presentó su Reglamento en el Registro de Asociaciones del Gobierno Provincial y dejó allí constancia de su constitución el 17 de julio siguiente. En su Manifiesto-Programa, publicado en los periódicos El Heraldo y Nueva Luz, el 6 y 20 de julio de 1925, respectivamente, la Liga proclamaba: “Triunfaremos, reivindicando la libertad y la justicia social o pereceremos en la demanda, pero no como seres envilecidos besando la planta que nos humilla, sino como quería el Apóstol: De cara al sol”.

Aunque algunos autores insisten en que es erróneo denominar a esta organización como LAIC, este último fue el nombre por el que la conocieron amigos y enemigos e incluso el que ella misma adoptó en su manifiesto protesta del 2 de diciembre de 1925 cuando convocaba: “La Liga Antimperialista de Cuba invita a la viril protesta a todos los hombres que, conscientes de su deber, no estén dispuestos a trabajar para el yanki ventrudo, en medio de una atmósfera de verdadera opresión y de terror para la clase obrera y campesina (…) Pedid la libertad de los presos, la seguridad de los campos y la solución de la crisis desde un punto de vista nacional. Los centrales para los cubanos ¡He ahí nuestra salvación!”.

Aparte de luchar contra la penetración imperialista en Cuba, la LAIC enarboló un programa que incluía la lucha por la completa independencia de Puerto Rico, la internacionalización del canal de Panamá y la retirada de las tropas estadounidenses de los países latinoamericanos que habían sido invadidos por Washington. Libraron también campañas por la excarcelación de Mella, cuando la huelga de hambre del joven revolucionario contra las arbitrariedades judiciales de la tiranía machadista, así como en solidaridad con Sandino y su guerrilla que se enfrentaban en Nicaragua a los invasores estadounidenses.

VIGENCIA

Después de la partida de Mella hacia el extranjero por orientaciones del primer Partido Comunista de Cuba (PCC), la LAIC continuó sus actividades hasta que el proceso judicial contra los comunistas cubanos (julio y agosto de 1927) y la posterior represión de las principales figuras del Partido la hicieron sumirse en la clandestinidad.

Tras el derrocamiento de la tiranía machadista, en el II Congreso del primer PCC (abril de 1934) se le asignó a la LAIC, ahora bajo el liderato de Juan Marinello, la tarea de promover una conciencia antimperialista en la pequeña burguesía y clases medias. Pero luego de la represión desatada contra el movimiento revolucionario tras el fracaso de la huelga de marzo de 1935, la Liga prácticamente desapareció.

La LAIC desempeñó en sus años de existencia un importante papel en la vinculación del estudiantado y la intelectualidad con la clase obrera. Coincido con la historiadora Angelina Rojas y el politólogo argentino Daniel Kersffeld en que los fundadores de la Liga coadyuvaron a irradiar el carácter unitario, latinoamericanista y antimperialista del pensamiento martiano, articulándolo con el marxismo, en esos sectores y clases sociales y en toda la sociedad cubana de la época.

Como apunta Rojas, la LAIC en su tiempo devino “organización imprescindible para el combate popular y partidista” y brindó “un aporte excepcional a la lucha práctica política y al fortalecimiento de la preparación teórica de sus miembros y de las masas populares en general con sentido antimperialista, incluso a escala continental”.

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