La pelota

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Por Luis Carlos Palacios y Redacción La Demajagua | 6 noviembre, 2020 |
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FOTO/La Vanguardia

La pelota es pasión nuestra. Al menos en una gran mayoría. Por algo es el deporte nacional. Aquí, en este Bayamo nuestro está arraigada desde principios de siglo que vivimos. Y organizadamente con su liga local. Esa especie de jurado que fuese devoción del relojero Eleusipio Ramírez. Los terrenos primarios y la desaparecida e histórica ceiba, a orillas del río Bayamo, fueron quizás desde tiempos de la colonia, testigos mudos, como los del Palmar del Junco en Matanzas, de los secretos sublimes de las bolas y los strikes. Aunque no tuviesen más techumbre que el cielo, ni más gradas que sus barrancos.

Terrenos similares al aire libre hubo bastantes. Como el del “Bayamo Park” -temprana penetración gringa en el lenguaje- al que se refiere un viejo documento extraído de los fondos del Archivo Histórico de Bayamo. Pero estadio de verdad solo tuvimos y tenemos el “Mártires de Barbados”, herencia del Comité pro estadio de la era capitalista, levantando ladrillo a ladrillo, centavo a centavo, aportado por el pueblo. El socialismo lo recibió en pañales y lo convirtió en realidad.

Los dos que le antecedieron, el de la Atalaya y aquel de La Lechera, ubicados uno en el Alto Mateo, el otro en los terrenos arrendados del ferrocarril, no fueron otra cosa  que una burda caricatura. Pero en ellos se jugó pelota de la buena y dura aunque huérfana del apoyo oficial. Una carta enviada al Sr. Alcalde municipal de Bayamo el 12 de febrero de 1912 nos regala el testimonio de aquella actividad deportiva.

Señor:

Con motivo del juego que hoy tendrá lugar en los terrenos del “Bayamo Park”, la Directiva del “Bayamo Base Ball Club” acordó pasarle esta comunicación, rogándole mandara disponer de dos vigilantes, para guardar el orden durante el acto del juego, evitando así, cualquier diferencia que pudiera surgir entre los concurrentes. A la vez le rogamos nos digne asistiendo al juego, quedando doblemente agradecidos por tan señalados favores.

Juventino A. Fabré.

Los terrenos del “Bayamo Park” eran los del ferrocarril donde se construyó el reparto a finales de la época del 40, luego de un litigio con la company de los caballos de hierro. Los vigilantes, ¡dos!, pedidos al Alcalde, eran tradicionalmente hasta el triunfo revolucionario la guardia rural. Aquellos soldados vestidos de amarillo con un paraguayo en sus manos dando plan de machete a diestra y siniestra a la primera alteración del orden. Y todo el mundo tranquilo.

El paraguayo lo trajeron los yanquis cuando hollaron nuestro suelo. Fue arma represiva contra el pueblo y sus reivindicaciones. En Paraguay significa látigo del mayoral. Tuvo el apoyo de los mayorales, que padecimos aquí. Tenía como empuñadura un águila imperial. El Alcalde, el paraguayo, la Guardia Rural y el águila imperial, ya no existen. Solo nos quedamos con la pelota.

Por. Por JOSÉ CARBONELL ALARD

Publicado: El 21 de abril de 1991/Compilación: Luis C. Palacios Leyva

 

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