Viajes de esperanza (+fotos)

Trabajadores de la base de Ómnibus escolares de Bayamo, prueban su valía en el enfrentamiento a la Covid-19.
Share Button
Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 20 julio, 2021 |
0
Karel Suárez Fajardo.FOTO/Rafael Martínez Arias

Un beso en la mejilla sella cada madrugada ese pacto de amor entre padre e hija, indisoluble, eterno. Después de la despedida, Karel Suárez Fajardo, chofer de ómnibus Yutong, desafía la abrupta carretera en su misión de salvar vidas.

Y es que conducir tempranamente a los centros de aislamiento al personal con síntomas de Covid-19 para comenzar el tratamiento, son factores decisivos en la evolución positiva de los pacientes contagiados con el virus SARS-COV-2, causante de la pandemia.

Con las manos en el timón y la vista en el terraplén, Karel recibe hace 18 años el nuevo día. Al alcance, unas gafas para el sol, un pomo con agua y una estampa de la bandera cubana. Siempre hacen más llevadero el viaje  tener buena voluntad y un carácter afable.

Karel empezó desde abajo, primero como lavador, después armó una guagua, y esta que actualmente conduce. Hoy, sus conocimientos como chofer y mecánico están a disposición del personal afectado por la Covid-19, sin peros ni horas fijas.

“Trato de dar hasta mis últimas horas de trabajo para ver si salimos de esta pandemia. Esto es desde las cuatro de la mañana  hasta las ocho de la noche, las diez…las que hagan falta.

“Cualquiera no es chofer, tiene que gustarle y dar lo mejor. Debes perfeccionarte a diario, y hacer que los pasajeros se sientan seguros”, comenta Suárez Fajardo.

Pero transportar personal, a veces no es tan simple, sobre todo porque debes lidiar con los temores humanos ante esta pandemia. Entonces, Karel debe literalmente hacer de psicólogo, aplacar los ánimos, aminorar los temores y transmitir confianza. En momentos difíciles hasta una manida frase como “Todo saldrá bien”, puede sentirse como el mejor de los abrazos.

Soy muy riguroso con las medidas higiénico-sanitarias.Los protocolos también son necesarios para salvaguardar la vida de pacientes, amigos y la familia.

“Tengo una niña de cinco años, Camila. Al llegar, lo primero que me dice es: papi quéme trajiste, qué hiciste hoy, y mi guagua? Siente mucho orgullo de mi trabajo.

“¿Mi familia? Imagínate, preocupados, pero saben que tengo que seguir porque esta lucha es de todos”, reafirma Karel.

A LA ALTURA DEL DESAFÍO

José Antonio Balbuena Castillo.FOTO/Rafael Martínez Arias

Una entrega sin límites distingue la labor diaria de José Antonio Balbuena Castillo, con más de 30 años de servicio en diferentes unidades de transporte como Mecánico B, un oficio que corre por sus venas.

De niño, gustaba jugar con carros, desarmarlos y descubrir su mundo interior, pero la pasión surgió al ver a su padre mecaniqueando.

Entre alcánzame la llave Allen, la de Cruz, las pinzas, el gato…se fue tejiendo un fuerte lazo entre él y la mecánica, hasta que a los 18 años, se dijo: “Este es mi camino. Algunos cantos de sirenas lo llevaron a ser chofer, pero con el tiempo, la sangre tiró más fuerte y la mecánica se impuso.

“Este oficio es el que me gusta, por eso lo hago con amor y lo mejor posible. Arreglo cualquier vehículo. Puede que un carro no me salga hoy, ni mañana, pero con inventiva, una pieza por aquí, otra por allá, y la ayuda del tornero, sale”, expone Balbuena Castillo.

A su experiencia y conocimiento,revertido en inventivas como chicharras para frenos, la entidad debe parte de su parque actual.

Con una máxima muy suya, Balbuena desafía cada amanecer: “Ómnibus que entre, tiene que salir.”

Tirado sobre el suelo, con el carro como techo; forrado en overol, con manos grasientas y llave en ristre, Balbuena emprende cada día una jornada llena de desafíos por llevar los neumáticos de vuelta a la carretera.

Este esfuerzo diario, esa perseverancia ante la adversidad, este tirar pá lante, ha permitido que los equipos de transporte estén listos para trasladar  permanentemente a personas sospechosas, positivas o recuperadas de Covid-19, así como al personal de apoyo que presta servicio en varios hospitales y policlínicos granmenses.

Octavio Rivera Téllez, director de la ueb Transporte de ómnibus escolares Granma, explica que si bien su objeto social es trasladar personal de educación, la situación actual que vive el país con el SARS-COV-2, amerita el trabajo con el personal de salud, en función del cual está todo el transporte.

“Otra tarea cumbre es asegurar la movilidad de los pacientes de geriatría hacia las provincias de Holguín y Santiago de Cuba, y apoyar alrededor de 26 empresas dedicadas a la producción de alimentos, entre estas la industria láctea y cárnica”, explicó Rivera Téllez.

RETOS BAJO TECHO

Alejandro Escobar Escobar.FOTO/Rafael Martínez Arias

El holguinero Alejandro Escobar Escobar, operario de máquinas y herramientas, pone su conocimiento en cumplir los deseos de los mecánicos no precisamente con una lámpara, como la de Aladino, sino con su intelecto.

En la década del 80, se formó como obrero calificado de mecánico de taller, luego se adiestró en la fábrica de combinadas de Holguín, donde fungió como profesor, rol que le obligó a adentrarse en los libros y a dominar la teoría para llegar al estudiantado, de ahí el diálogo fluido y el amplio vocabulario.

Alejandro se toma muy a pecho su trabajo de mantener sobre ruedas y con la seguridad vial requerida el heterogéneo parque automotor de ómnibus escolares, compuesto por guaguas Girón, con más de 40 años de explotación, Yutong, de más de 15, y Dianas, más recientes.

“El mayor problema ante una rotura es la falta de herramientas de corte, piedras de afilar, recursos como aceros, déficit de piezas de repuesto, gomas y baterías para establecer con prontitud  el transporte”, se lamenta Escobar.

Sin embargo, las carencias a causa del férreo bloqueo, no lo detienen, sino que avivan el ingenio de este consagrado innovador, cuyo currículum cuenta con tres Premios nacionales de la Anir, el reconocimiento como Mejor anirista a nivel nacional en 2019, y provincial en 2020.

Su más reciente trabajo se centró en la dirección del  Yutong, con la eliminación del brazo pigma, un eje con varios terminales que obstruía la maniobra del chofer, lo cual humaniza el trabajo.

“Hay mucha satisfacción cuando se soluciona un problema, uno tiene sentido de pertenencia y sabe cuánto le ahorra a la economía del país y a la empresa cualquier innovación, más en estos momentos en que el transporte está puesto en función de la Covid-19”,comenta.

Las propuestas de Escobar distan mucho de la chapucería con tal de salir al paso, su principio es hacerlo lo mejor posible, respetando los patrones de fabricación del ómnibus y las piezas, aunque lleven su toque.

“Si es por dentro, busco que no pierdan su confort y si es por fuera, la estética del diseño”, precisa Escobar.

Cuando el rocío desposa la mañana, estos héroes anónimos emprenden sus oficios, conscientes de los riesgos  a que exponen sus vidas, la de amigos y familiares. Razones humanitarias los mueven a tal altruismo, y es que en sus manos, también viaja la esperanza.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *