En la sencillez de esa familiaridad al mencionar el nombre iba la descripción compartida y exacta de Daniel Rodríguez Verdecia, hombre atento; revolucionario cabal; comunista de convicciones profundas; leal a la Patria, la Revolución y Fidel; amigo de Celia Sánchez; líder natural y orador perenne.

Fundador del Partido, los granmenses lo recuerdan, entre otras muchas responsabilidades, al frente, junto a Pedro García Lupiáñez, de la Comisión de implantación del Poder Popular en Granma, a propósito, además, de la constitución de esta provincia, y como dirigente de ese órgano de Gobierno y luego del máximo organismo político, en los municipios de Campechuela y Manzanillo.

Hoy para él era un día feliz (lo sé porque soy su amigo): participaría en la toma de posesión del Gobernador y Vicegobernadora de la Provincia Granma.

Me cuentan que a las cinco y 30 de la mañana se puso en pie, alistó detalles, desayunó y partió. Desbordaba júbilo y no había señales ninguna de dolor. La muerte lo sorprendería minutos después rumbo a la trascendente ceremonia en ciudad de Bayamo.

Estreché su mano por última vez en público y lo observé tranquilo y afectuoso como siempre, mostrando sus excelentes dotes de orador, en el acto de rememoración del asesinato del General de las Cañas Jesús Menéndez Larrondo, en la terminal de Ferrocarriles de la ciudad del Golfo de Guacanayabo.

Allí dijo: “Como Menéndez, los cubanos tenemos inmunidad patriótica ante las agresiones de los enemigos de la Revolución. Nadie podrá detener nuestra marcha hacia la solidez del proyecto social escrito por Fidel.”

La aseveración es  también ahora un permanente desafío de honor y lealtad de los manzanilleros con quien sencillamente fue y será para todos: Danielito.