La hazaña de Peralejo

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Por Aldo Daniel Naranjo y Osviel Castro Medel | 13 julio, 2024 |
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El  12 de julio de 1895, Antonio Maceo Grajales conoció de un movimiento enemigo desde Veguita hasta Bayamo. Según el informe, los españoles se dirigían a esta ciudad  “en número de miles”,  comandados por el mismísimo Capitán General Arsenio Martínez Campos y el renombrado general Fidel A. de Santocildes.

El Héroe de Baraguá, aunque apenas contaba con 800 hombres armados (600 infantes y 200 de la caballería) y otros mil desarmados, decidió enfrentar la poderosa división enemiga; para eso emboscó desde la madrugada del 13 de julio, a sus hombres en El Tanteo, a lo largo de la sabana de Barrancas, a unos veinte kilómetros de Bayamo y muy cerca del río Mabay.

De este modo dominaba las vías que conducían a la Ciudad Mártir. A la derecha de los caminos situó al brigadier Jesús Rabí y a la izquierda al brigadier Quintín Banderas.  La caballería, destacada en Las Caobas, también la dividió en dos; así mismo ubicó en la retaguardia, en el camino de Solís, (a un kilómetro de Las Caobas) a 40 hombres al mando del general Goulet para que protegiera a los mil que no tenían armas.

LOS ESPÍAS

Aproximadamente a las 8:00 de la mañana, las tropas de Jesús Rabí apresaron a dos “vendedores ambulantes”, quienes habían observado detalladamente la disposición combativa de los cubanos. Rabí quería apresar a estos dos extraños hasta después de terminado el combate, pero Maceo los dejo ir para que no perecieran en el enfrentamiento.

Esos vendedores, uno de ellos llamado Luis Estrada Perdomo, eran dos espías al servicio de España, quienes inmediatamente se dirigieron a Veguita y antes de llegar a este poblado, en las cercanías del río Buey, le informaron a Martínez Campos los pormenores de la emboscada insurrecta.

Con estas noticias el jefe extranjero trazó un plan táctico – operativo para “sin margen al error”, derrotar a los independentistas: él con 400 hombres cubriría el camino real de Peralejo, mientras Santocildes con unos mil 100 soldados daría un rodeo por el flanco derecho para atacar por el punto más débil a los insurrectos.

Antes de llegar a Barrancas el general Santocildes se separó de Martínez y,  tomando por el camino de Solís, vadeó el arroyo Babatuaba y a las 11:00 de la mañana sorprendió a la parte de la tropa cubana que se encontraba casi desarmada.

PRIMER COMBATE

La impedimenta cubana y los 40 hombres que la custodiaban comenzaron, obviamente, a sentir los estragos del plomo español. Ante esta amarga realidad, que desbarataba la sorpresa de los cubanos, Maceo ordenó a su infantería un desplazamiento por la derecha para que el fuego sobre el enemigo fuera convergente. Mientras que él,  con la caballería, arremetió furiosamente contra las filas de los colonialistas.

En el combate devenido un verdadero diluvio de machetazos y de balas encontró la muerte el bravo brigadier Goulet.

“Apenas habíamos llegado a la ’Caoba’ –así contó Maceo los sucesos- uno de mis guardias anunció la presencia del enemigo que está detrás de la posición que intentó ocupar para batirlos, mandados a la carga con el regimiento de caballería Céspedes y escolta montada…”. Y relata, además, que fue tan impetuoso el avance cubano  “que penetramos  (…) hasta el centro de su vanguardia que empezó a resistir con heroicidad nuestro empuje cuya carga repetimos cuatro veces…”

Pero después de esta larga y cruenta lucha, cuando los hispanos empezaron a

abandonar sus numerosas bajas” en una retirada forzosa” y la victoria parecía sonreírles a los cubanos, se escucharon múltiples disparos por el camino de Peralejo. Esto indicaba que la columna de Martínez iba en auxilio de Santocildes. Se avecinaba, pues, otro encarnizado enfrentamiento.

COMBATE EN LA SABANA DE PERALEJO

A pesar de todos los esfuerzos del Titán para que las dos columnas españolas no se unieran, estas lograron su objetivo. Sin embargo, este movimiento, que implicó esquivar varios accidentes del terreno y atravesar prácticamente por el centro del fuego cubano, las llevó a acorralarse entre dos cercas de alambre de púas que se extendían hasta el río Mabay y tenían una separación entre sí de unos 90 metros.

Esto posibilitó que los insurrectos se desplazaran casi paralelamente a sus enemigos y así ocuparan las posiciones más ventajosas para la ofensiva. Mas, a las 3:00 de la tarde, el parque comenzó a escasear por lo que era imposible ya entablar combate. Pero en ese instante de desconcierto aparecieron por el oeste fuerzas de la caballería cubana del regimiento Guá, las que volvieron a oxigenar a las huestes de Maceo. Martínez Campos atrapado en aquella alambrada parecía liquidado.

De este modo, los soldados del capitán general trataron de cortar las cercas pero todo fue inútil: muchos de ellos morían a causa de los disparos cubanos. En esta fase del combate pereció el general Santocildes, quien recibió tres impactos mortales de los infantes de Quintín Banderas.

“El terror –contó Maceo- se apoderó del jefe español, (Martínez Campos) aturdido por las muertes de tantos jefes y oficiales, caídos bajo el plomo de nuestro ejército.”

Ya en un último intento, por salvarse el capitán general se movió astutamente hasta el río Mabay y en sus proximidades, sobre las 5:00 de la tarde, logró destruir una talanquera e irse hacía los montes cercanos y después a Bayamo. En su parte de guerra, el Héroe de Baraguá describió así ese momento: “El general Campos emprendió precipitadamente huida por los montes, logrando escaparse con algunos que en la dispersión que se produjo en sus fuerzas llegó ya de noche a casa de una familia cubana que lo amparó…”

RESULTADOS DE LA ACCIÓN

En esta batalla  (la más grande que libró el Titán en la actual provincia de Granma) los hispanos tuvieron “un sin número (…) de heridos”. Solamente el médico insurrecto José Ferrer curó a 26, entre ellos a Miguel Primo de Rivera, 30 años después dictador en España. Por otra parte, los independentistas obtuvieron numerosas armas. Además, diezmaron totalmente la tropa del capitán general de la isla. “Los prisioneros que cogimos – expresó Maceo al respecto – dijeron que los españoles  llevaban 400 bajas”.

Aunque tiempo después Campos (según le contó un peninsular al Titán de Bronce ) “había declarado mil 150 bajas”. Mientras que los independentistas tuvieron 132 (36 muertos y 96 heridos).

Pero más allá de todo lo que más sobresalió  en Peralejo fue, sin dudas, el tremendísimo coraje de Maceo y sus hombres. Allí, aquel 13 de julio de 1895, el Titán dio una lección que jamás debemos olvidar.

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  1. No menosprecio el realce de la figura de Maceo en ese combate, pero he leido libros donde se aborda el papel de la Caallería de Guá en los cruciales momentos en que Maceo no estaba en combate ventajoso y la llegada de esa hueste campechuelense decidió la huída de Martínez Campo. se recuerda la frase del comandante e esa tropa cuando sin saludos y agitado por la marcha solo preguntó Por donde cargo mi general… Seguimos escribiendo historias que dejan lagunas….