En una ladera de la Sierra Maestra está San Pablo de Yao, sitio encantador, donde dos jóvenes emprendedores desbordan ensueños frente a las montañas. Allí, muy cercano al río homónimo, está Dial café, embrujo material de épocas pasadas.

 “Mi esposa, Yamisleydis Soto Armas, y yo, siempre tuvimos en mente realizar un proyecto sociocultural que controlara la migración comunitaria de la zona, precisa Eydis Santiesteban Bárzaga, uno de los promotores. Luego de una visita al capitalino Café Fortuna, decorado a la antigua, dijimos: este es nuestro punto de partida.

“Iniciamos la búsqueda de piezas vetustas, con alto valor histórico, para cautivar a los pobladores mediante la belleza estética o el contexto social que representan.

“Muchas personas atraídas por la idea, donaron o nos vendieron algunas piezas familiares, desde una camiseta de lámpara china, máquinas de coser, grabadoras, cámaras fotográficas…, hasta un disco de vinilo”.

Este hobby, devenido adicción cultural para ambos coleccionistas eclécticos, les permitió atesorar en su hogar una colección anticuaria de incalculable valor patrimonial, como cualquier museo de nuestro país.

“Tenemos armas de la etapa insurrecta cubana, vasijas de plata de 1800, relojes de finales del siglo XIX, un fonógrafo Brunswick de 1912, fabricado el mismo año en que se hundió el Titanic, otro marca Edison (1918), radios y radiotocadiscos antiguos, todos funcionando”.

Fascinados por su labor, muestran otros objetos a buen recaudo: sombreros, vestuarios, paraguayos, faroles de barco, monedas, planchas de carbón, pilones, máquinas de escribir, cajas registradoras de dinero…

Dial café mantiene el aroma de un proyecto sociocultural auténtico y la frescura de un set comunitario, en el que el arte y la cultura absorben la espiritualidad del pensamiento, frente a la cadena montañosa que los protege.