Este 27 de mayo se cumplen 30 años de que fuera declarada concluida la misión militar cubana en Angola, denominada Operación Carlota, iniciada el 5 de noviembre de 1975 con el fin de contribuir a defender la independencia e integridad territorial de esa nación africana.
La efeméride es el motivo por el cual La Demajagua Digital reproduce, en su mayor parte, la entrevista publicada en soporte de papel hace algunos años, con el título Los héroes también lloran, realizada al Héroe de la República de Cuba y de la batalla de Cangamba, coronel (r) Fidencio González Peraza.
Al cabo de dos meses de sostenido hostigamiento, fuerzas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) inician, el 2 de agosto de 1983, una ofensiva contra la aldea de Cangamba, en Angola.
Su propósito es tomar esa posición, lo que les facilitaría la posterior ocupación de la ciudad de Luena, en la cual el líder de ese movimiento armado, Jonas Sabimbi, tenía previsto proclamar su República Negra.
Según la documentación consultada para hacer esta introducción, el lugar era defendido por una agrupación formada por alrededor de 818 efectivos de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (Fapla) y 92 asesores cubanos, que no poseían armas antiaéreas ni artillería pesada, por tratarse de una fuerza ligera de lucha contra bandidos, sobre la cual cayó un arsenal de fuego compuesto por 16 batallones irregulares, seis baterías de artillería, morteros de 60, 81 y 120 milímetros y cohetes tierra-aire.
La arremetida duró hasta el día 10 del mes indicado y llegó un momento en que los sitiados quedaron concentrados en el reducido espacio de 150 metros de largo por 50 de ancho.
Al frente de aquella tropa se encontraba el oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de Cuba, Fidencio González Peraza, quien ya había cumplido la misión militar en el país africano y se preparaba para regresar a su patria.
“Yo había entregado el mando –cuenta Peraza- hacía un mes, pero cuando aprecio que la situación se pone tensa y el compañero que me releva no es gato viejo como yo allí, me dije: si no nos ponemos para la cosa nos van dar patadas aquí, y él acepta ir de jefe de un sector, o sea, reasumí el mando. El reglamento dice que en esas circunstancias asume el que más responsabilidad tiene.”
La actitud de aquel grupo de hombres, entre ellos 18 jóvenes del Servicio Militar, fue heroica. Resistieron la embestida de fuerzas superiores en número y armas, la escasez de agua y comida hasta la llegada de refuerzos que provocó un giro en la situación.
Ahora retirado, con grado de coronel, de una larga y activa vida militar, Peraza viste de civil y se dedica a cultivar la tierra y criar animales en las afueras de Bayamo, ciudad a 733 kilómetros al este de La Habana.
En ocasiones, a insistencia de amigos concurre a algunos actos públicos, como el de reconocimiento a constructores destacados en el que este redactor le escuchó el siguiente testimonio dado al responder preguntas de varios interlocutores.
Sonríe al comentarle uno de los presentes la forma en que se presentó en Santiago de Cuba el 1 de enero de 1989, con un viejo uniforme, sin saber que era para condecorarlo con el título honorífico de Héroe de la República de Cuba, problema solucionado mediante el intercambio de chaqueta y gorra con un integrante de la Banda de Música presente en la ceremonia.
También llegué allá –dice- pelú y despeina`o, pedí un peine y cuando terminé de peinarme me llevaron así mismo para donde estaba el Comandante en Jefe, quien al pararse frente a mí me pone una mano en un hombro y dice:-¿Te acuerdas de los días aquellos de Cangamba, que no dormíamos? -Sí Comandante me recuerdo –le contesté –entonces él añade: -Ahora tú eres el hombre más feliz del mundo– y me abrazó.
“Es verdad, ni nosotros allá ni él aquí dormíamos en aquellos días. La situación era muy complicada y Fidel sabía lo que quería el enemigo con nosotros, aniquilarnos, hacernos prisioneros para desprestigiar a la Revolución Cubana a nivel internacional.”
SUS MUERTOS VIVEN EN ÉL
El diálogo con Peraza tuvo lugar a principios de un mes de diciembre. Al preguntarle si asistiría al desfile en Bayamo por el cercano nuevo aniversario de la Operación Tributo (a los caídos en misiones internacionalistas), respondió:
“Para este 7 de diciembre tengo un compromiso con la familia del asesor de abastecimiento que yo tenía allá y murió durante la batalla de Cangamba. Era de Mayarí Abajo (en la provincia de Holguín) y me comprometí con sus familiares que iría allá para honrar especialmente la memoria de ese compañero.”
-Recuerda el nombre?
-Ramón Martínez Naser.
“Él muere el sexto día de combate. También el médico. Salí del puesto de mando a combatir y a seis u ocho metros me encuentro su cadáver, le había caído una granada de mortero.
Durante esa entrevista, Peraza contó que días atrás había viajado a Moa, en la antes mencionada provincia de Holguín, y al ir a habilitar, en Mayarí, el carro en el que andaba, “vi el cementerio y absorto comenté: yo tengo un hombre aquí. En eso llega un militar y le digo: -venga acá, usted conoce de un compañero así, de esta zona, que murió en Angola- y dice: -sí, lo conocía a él y conozco a la familia, vive cerca y si quiere lo llevo. Digo: -vamos para allá.
“Él tocó la puerta y cuando la viuda del combatiente caído abrió y me vio dijo: -usted es Peraza. -Sí, yo soy Peraza. Y ahí mismo a llorar ella, y a llorar la hija, y a llorar el yerno, y a llorar la mujer mía, y a llorar el chofer del gobierno aquí en Granma que me llevó…y yo lloré también. Ahí les prometí: el 7 de diciembre vengo para acá.”
-Los héroes también lloran, le dije, luego supe que ese es el título de una película de 1956, ambientada en una base militar del Pacífico.
-Sí. Los héroes lloran… cuando tienen sentimiento de verdad.
“Lo aseguro, es duro cuando te suceden esas cosas. Se te arreguindan la esposa, la mamá, de un compañero caído. Cuando un hijo suyo llega a donde estás, te abraza y llora. Vaya, tienes que ser de hierro pa´que no llores también.
“Nadie vaya a pensar que esos impactos son fáciles.
Un día me puse a recordar a los muchachos míos que han caído, cubanos y no cubanos, y comencé a llorar, solito en mi casa”.
LA LUCHA MÁS DIFÍCIL
Fidencio González Peraza, quien también combatió a bandidos en Cuba y Angola, considera que esa lucha es “más difícil y peligrosa que la guerra convencional.
“Mientras luchaba, al principio de la Revolución Cubana, contra alzados en Cuba, perdí a varios compañeros y yo resulté herido, todavía tengo un proyectil en el cuerpo, entre la columna vertebral y un riñón, disparado por un agente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), el plomo me pasó a un centímetro del corazón”.
MAS QUE SUBORDINADOS
-Usted habla con frecuencia de las personas bajo su mando y lo hace en forma bastante paternal –le comento.
-Yo le cojo gran afecto y consideración a las personas.
Es verdad, defiendo mucho, mucho, mucho, a mis subordinados. Y no olvido a ninguno de los que cayeron o resultaron heridos, que son unos cuantos, en todos estos años de pelea.