La pregunta ha resultado recurrente entre los cubanos, casi desde que la Covid 19 pretendió, sin muchos resultados, enseñorearse en el territorio cubano, pero sí con estragos alarmantes en muchos sitios del paneta: ¿qué pasará cuando todo pase en el ámbito económico?

Especialistas han comenzado a modular esa respuesta, cuyas generales ya podíamos imaginarnos, porque como se ha advertido, la economía mundial enfrenta una crisis sin precedentes, y más, el estallido de la pandemia ha puesto incluso en evidencia la crisis que se venía gestando en el modelo neoliberal que durante años se ha estado aplicando en las diferentes economías del mundo capitalista.

En todo caso la Covid ha acelerado su picada. Los pronósticos de la evolución económica mundial en este año llevarán globalmente a una caída del tres por ciento en el PIB, y los impactos de la crisis a escala mundial se aprecian, asimismo en los pronósticos de caída de la inversión extranjera directa (entre 30 y 40 por ciento, en la reducción del comercio mundial (entre 12.9 y 31.9 por ciento), y en la disminución de hasta 30 por ciento del turismo.

Se veía venir, y Cuba no escapará a esos impactos, eso todos lo tenemos muy claro, que si grande ha sido el desafío para contener la pandemia, mayor será el que nos impondrá la etapa posterior.

Desde antes, la necesidad ineludible de fortalecer la economía nacional, y a nivel de territorio, ya había llevado al diseño de importantes proyectos que llegado el momento habrá que asumir con mayor eficacia y responsabilidad.

Acaso uno de los principales será caminar hacia la precisada autonomía alimentaria, una reflexión a la que mucho antes nos había convocado el país, y que ahora cobra mayor fuerza si muchos de los alimentos que demandamos eran importados de ese mercado mundial que quedará desequilibrado por la pandemia.

La convicción de que debemos ser capaces de producir más adentro, porque tenemos posibilidades reales, más que alternativa frente al desarrollo, pasará sin dudas a ser misión ineludible para asegurar la alimentación, y en la que todos deberemos aportar.

El estricto control de los recursos, la búsqueda de mayor eficiencia en todos los procesos productivos y de servicios, el combate sin tregua contra la ilegalidad, el desvío y el acaparamiento, el fortalecimiento de la capacidad exportadora, serán líneas de trabajo esenciales, y es bueno que desde lo particular y en lo colectivo, vayamos preparándonos conscientemente para asumirlas.

Ese será sin dudas el más grande y determinante desafío que nos impondrá la Covid 19, la otra gran batalla que tendremos entre todos que ganar.